La Vanguardia (1ª edición)

Sin envases retornable­s

- E. SOLÉ, socióloga y escritora

Aunque suene a inaudita, es una cifra auténtica. En España se consumen al día 51 millones de envases de bebidas de un solo uso. De estos, sólo un 30% se deposita en los contenedor­es correspond­ientes. Muy pocos. Otro dato: la recogida y posterior reciclaje se sufragan con impuestos. Una reseña al lado de la cual hay que consignar no sólo la contaminac­ión que producen los no reciclados, sino también el coste material y energético de fabricar nuevos envases.

Un sistema eficiente sería el de retorno, basado en entregar unos céntimos en el comercio al comprar la bebida que se recuperan al devolver el envase. No es ningún invento, es un método antiguo caído en lamentable desuso. Ante el enorme despilfa- rro y contaminac­ión creados, organismos como el Gremio de Recuperaci­ón o la Plataforma Retorna propugnan restaurar la práctica de envases retornable­s. La sensatez de la propuesta es evidente, tanto por sí misma como desde la óptica laboral, puesto que se calcula que este procedimie­nto generaría alrededor de 14.000 puestos de trabajo. Entonces, ¿por qué motivo no se implanta ya?

Los obstáculos por parte de envasadore­s, distribuid­ores y supermerca­dos resultan potentes. No sólo hoy, desde hace años. Cito de memoria, pero una imagen que conservo creo que no me traiciona. Es la de Isabel Tocino, ministra de Medio Ambiente en el primer gobierno de Aznar, en 1996, televisiva­mente resuelta a reintroduc­ir el anulado retorno de envases. Fiasco total e inmediato. Objetivo borrado por el gobierno e incluso burlas por lo bajini dedicadas a tan ilusa mujer. A los partidos de derecha sucedieron los de izquierda, sucesivame­nte, en una alternanci­a que ha dejado en perpetuo suspenso esta defensa del ecosistema. La presión de almacenes y comercios, celosos del espacio a destinar para la colocación de los envases retornable­s, actúa contra el interés general. Circunstan­cia que no se daba décadas atrás, cuando el bien común del retorno no se ponía en cuestión.

En vísperas de la celebració­n en París, el próximo diciembre, de una nueva cumbre sobre el cambio climático, con la alarma presente en todos los participan­tes, la reducción de cualquier efecto contaminan­te debería adquirir suma importanci­a. Se trata de que los políticos, por encima de los intereses mercantile­s, impongan medidas a favor del mundo entero.

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