La arquitectura más avanzada de la época
El magno proyecto de la Casa Bloc ponía de manifiesto que ciertas utopías podían ser llevadas a la práctica bajo la Generalitat republicana. Se trataba de poner en sintonía la ideología progresista y los fines sociales con lo más avanzado de la arquitectura occidental de la época. La Casa Bloc no se entiende si no se inserta dentro del cambio radical que aportaba el Gatcpac, movimiento pionero en España.
La Generalitat apostó pues por la utopía y puso manos a la obra. Lo primero, comprar un buen solar: se escogió una zona exterior al Eixample, lo que otorgaba al proyecto una libertad mayor. Se encargó de ello El Comissariat de la Casa Obrera. El lugar: paseo Torras i Bages 85-105. Corría 1933.
Tres arquitectos que militaban en el movimiento progresista antes citado fueron contratados para proyectar la obra: Josep Lluís Sert, Joan Baptista Subirana y Josep Torres Clavé. La compenetración con lo que entonces propugnaban el CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) y Le Corbusier era total, tanto en los aspectos ideológicos como en la formulación técnica.
Se trataba de poner en pie nada menos que 207 viviendas. El bloque que resultaba era más propio de una supermanzana, y de ahí que el lugar escogido facilitara la materialización así como un banco de pruebas para observar su comportamiento urbano.
La composición y la ordenación volumétrica evidenciaban la intención de aprovechar al máximo las bondades del clima barcelonés; así pues, la ventilación y la insolación resultaban espectaculares, en contraste con las condiciones que padecían las familias obreras en la Ciutat Vella y sobre todo en el Raval. Companys confesaba que no veía otra solución para ese barrio infame que destruirlo a cañonazos.
También se creó un espacio central enorme, a modo de lugar de encuentro para los vecinos: el patio mediterráneo. Y se establecieron unos servicios colectivos para favorecer la cohesión entre los residentes: biblioteca, guardería e incluso un club deportivo.
La guerra incivil malogró la Casa Bloc. Y la situación empeoró bajo la dictadura franquista. Sufrió mutilaciones arquitectónicas y añadidos aberrantes.
El destino reconduce la orientación hacia su origen, y los refugiados aprovecharán unas bondades intactas. Se me antoja más coherente esta solución que la dada al edificio Fòrum.