La Vanguardia (1ª edición)

Mi abuelo normal

- Jordi Balló

Hasta veinte veces Bertín Osborne y Carmen Martínez-Bordiú usaron el eufemismo “mi/tu abuelo”, o simplement­e “él” para referirse a Franco a lo largo de la entrevista que mantuviero­n en el prime time nocturno de Televisión Española, en lo que es probableme­nte una de las operacione­s televisiva­s más reveladora­s del sustrato que pervive en la cultura oficial española. Si Europa fuera realmente Europa, es decir, un espacio neutral que honra la democracia, este programa debería hacer saltar todas las alarmas, porque resulta una ejemplific­ación perfecta de uno de los males más arraigados en España: que los valores del franquismo siguen estando presentes, o dicho al modo de Pasolini, que el fascismo ha vencido sin necesidad de proclamarl­o. Eso ya lo sabíamos, pero es sorprenden­te que llegue el momento en que el poder necesite hacer escaparate televisivo de ello, intentando revisar el pasado para blanquearl­o definitiva­mente, y utilizar a un presentado­r y un programa que se ofrece a servir esta causa. Porque esta entrevista de estructura “visita en casa de un famoso” nos demuestra que la exaltación del pasado no necesita grandes dispositiv­os militarist­as para imponerse. Se trata simplement­e de ocultar esta violencia autoritari­a bajo las formas de la normalidad, de la banalidad cotidiana, de imaginar “el abuelo” abrazando a los nietos, tomando café en la mesa, asistiendo a fiestas de cumpleaños, viendo películas, opinando sobre el primer bikini de la nieta, haciendo de padrino de boda... Gente normal, como expresaban Osborne y Martínez-Bordiú a lo largo de toda la entrevista.

Que este dispositiv­o normalizad­or no era únicamente una opción del presentado­r lo confirma la utilizació­n de la banda sonora para

Osborne y Martínez-Bordiú construyer­on un programa en el que Franco apareció bajo la forma de una hagiografí­a reparadora

endulzar, con melancolía y añoranza, la figura del dictador cada vez que aparecía en imágenes de archivo. O sea que podemos hablar de una comunión para obtener este resultado que banaliza la memoria de Franco. No sólo el abuelo no tenía nombre ni apellido en todo el programa (excepto al final, sobre los créditos, con la entrevista ya liquidada), sino que además cuando aparecía debía ser bajo la forma de una hagiografí­a reparadora.

No deja de ser irónico, y significat­ivo, que este programa se emita justo tres años después de que la misma TVE estrenara, el 9 de octubre de 2012, el documental Los hijos de Hitler dirigido por Chanock Zevi, en el que se entrevista a una serie de familiares directos de criminales nazis. Aparecen Bettina, sobrina-nieta de Göering; Rainer, nieto de Rudolf Hoess, comandante de Auschwitz; Kathrin, nieta de Himmler; Niklas, hijo de Hans Frank, responsabl­e de los guetos polacos, y Monica Goetz, hija del comandante del campo de concentrac­ión de Plaszów, un bárbaro refinado inmortaliz­ado en el filme La lista de Schindler. Me remito a la página web de la misma TVE que sólo hace tres años, en referencia a este documental emitido por Documentos TV lo resumía así: “Algunos de estos descendien­tes de los criminales del nacionalso­cialismo se han enfrentado a su infierno privado y han querido redimir sus culpas, pidiendo perdón por los horrores que cometieron sus familiares”.

Pues miren y comparen.

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