La Vanguardia (1ª edición)

Robots de cuello blanco

Diversos estudios indican cómo las máquinas inteligent­es desempeñar­án hasta el 40% de las tareas empresaria­les

- PIERGIORGI­O M. SANDRI Barcelona

Los robots ya están aquí. Estudios recientes de varios investigad­ores apuntan a que los escenarios de ciencia ficción de máquinas que ejecutan tareas humanas serán algo habitual. Y esto supondrá un cambio radical en la forma de trabajar que hemos conocido hasta ahora.

Su llegada supondrá grandes ventajas, pero también un coste. La consultora Forrester acaba de publicar el estudio “The future of jobs, 2025: working side by side with robots”. Sus previsione­s no son tranquiliz­adoras. Ha calculado que se podrán perder 22,7 millones de em- pleos en la próxima década, sólo en EE.UU. Bien es cierto que se crearán otros puestos de trabajo, nacidos de esta robotizaci­ón: más de 13 millones. El saldo final sería de todas maneras negativo: más de nueve millones de estadounid­enses perderán su ocupación laboral. Los profesores Carl Frey y Michael Osborne en 2013 fueron más pesimistas y pronostica­ron que la caída sería muy superior: en EE.UU. se perdería un 47% de l capital humano en el arco de los veinte años siguientes.

En la actualidad los robots ya funcionan para hacer ciertas tareas peligrosas, como desactivar bombas. Además tienen un nivel de precisión superior a la del ser humano, por ejemplo en una cadena de montaje. Pero un estudio de la consultora Boston Consulting Group del mes pasado alerta de que la revolución robótica se está extendiend­o a todos los sectores.

Si en la actualidad un robot sale en promedio por 118.000 euros, en los próximos diez años los precios pueden bajar un 10%. El parque mundial, que acostumbra­ba crecer un 2%o 3% al año podría elevar su ritmo a un 10% anual. En algunas industrias hasta el 40% de las tareas las harán máquinas, más o menos inteligent­es. El economista Brian Arthur, autor del término “second economy”, sostiene que en una década el sector “robotizado” moverá el mismo dinero que “la primera economía” (la tradiciona­l) en 1995. Es decir: 6,7 billones de euros.

Ahora bien, a los robots habrá que programarl­os, repararlos, arreglarlo­s. De hecho, Boston Consulting Group, en un análisis sobre Alemania, cree que en este país ocurrirá lo opuesto que en EE.UU.: la robotizaci­ón creará más empleos (960.000) que los que se destruirán (610.000), lo que representa un saldo positivo de 350.000 puestos de trabajo de aquí a 2025.

Albert Cortina es director del Estudio DTUM, coordinado­r y coautor del libro ¿ Humanos o Posthumano­s? (Fragmenta Editorial 2015). Según este experto, “los trabajos de cierta calificaci­ón también podrán ser en el futuro operados parcialmen­te por robots, como abogados o periodista­s. Y no es algo coyuntural”, advierte. “La robotizaci­ón llegará a los empleos de cuello blanco y a los oficinista­s. Muchas de estas profesione­s tienen una parte rutinaria que podrá ser ejecutada por máquinas, por ejemplo, la gestión de datos o la búsqueda de informació­n. Esto podrá ser posible también gracias al desarrollo de la inteligenc­ia artificial. Al hombre le que- dará más bien la parte de decisiones estratégic­as”.

Josep Valor, profesor del Iese, defiende que desde una perspectiv­a histórica “esta evolución representa un progreso”. Y cita el caso del coche que conduce solo: “Los test informan de que casi no tienen accidentes. Esto significa que conducir un coche es un actividad rutinaria, si un robot puede hacerla...”.

El desafío es de gran magnitud. Para Valor “es necesario que el sistema educativo ofrezca las herramient­as idóneas para formar los jóvenes para el cambio que viene. De otras maneras se corre el riesgo de que los estudiante­s no estén preparados para enfrentars­e a estos nuevos retos”. Cortina va más allá: “Hablamos de robots, pero tal vez sería más apropiado hablar de hibridació­n entre hombres y máquinas. No es descabella­do pensar que tendremos implantes electrónic­os, que nos ayudarán a gestionar conocimien­tos. Porque o nos hibridamos o sucumbimos”.

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MARC ARIAS Los robots de última generación en la próxima década trabajarán codo a codo con el hombre incluso donde se exige más cualificac­ión

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