Lagarde quiere seguir al mando del FMI pese a las críticas por Grecia
Christine Lagarde, la directora gerente del FMI, dejó entrever ayer que pretende mantenerse al mando del Fondo Monetaria Internacional (FMI) cuando su mandato se agote en abril del 2016 siempre que logre el apoyo de la mayoría de accionistas. “Estoy abierta a la posibilidad de que esta no sea mi última asamblea anual”, dijo Lagarde al inicio de la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial en Lima.
El comentario desatará la polémica en las instituciones de Wash- ington, ya que existe un consenso creciente en el entorno de las instituciones multilaterales de que el próximo director gerente sea de un país en desarrollo.
Tradicionalmente, el máximo responsable del FMI es europeo y el presidente del Banco Mundial, estadounidense. Pero este reparto de cargos entre las expotencias del antiguo régimen de la economía mundial ha quedado en entredicho con el auge de las economías emergentes, cuya representación en el manejo del poder de estas instituciones multilaterales no se corresponde con su creciente peso económico. Hasta el número dos del fondo David Lipton ha dicho esta semana en sesiones de la asamblea que el próximo director gerente no debería ser europeo.
Es más , muchos representantes latinoamericanos y asiáticos se han mostrado críticos con la actuación del FMI en los planes billonarios de rescate en la zona euro, sobre todo Grecia, percibidos como mal diseñados y contraproducentes. Lagarde insistió ayer en que la condición ahora para que el FMI participe en el programa de créditos a Grecia es que “deje que la deuda sea sostenible”, unas condiciones que han resultado inadmisibles para Alemania.
La percepción de que las viejas potencias no quieren soltar el poder en las instituciones de Washington es aún más dañina en estos momentos porque la reforma de financiación y representación en el Fondo se encuentra en vía muerta debido a la negativa del Congreso estadounidense a aprobar un aumento de la cuota que le corresponde.
La reforma es un “objetivo primordial porque es necesario que la institución tenga una representa- ción más acorde con el equilibrio de poder entre los miembros”, dijo Lagarde ayer. Pero reconoció que si EE.UU. no cambia de posición, hará falta adoptar medidas provisionales en las que otros países se- guirán adelante con sus respectivas cuotas de poder y EE.UU. –que tradicionalmente ha tenido veto en el Fondo– perdería influencia de facto.
Lagarde defiende la reforma de cuotas para que reflejen “realidades globales pero, al presentarse otra vez al puesto de directora gerente, apoya implícitamente un sistema en el que sólo los europeos pueden estar al mando; es una contradicción clara”, dijo Peter Doyle, exdirector del FMI en una entrevista a La Vanguardia.
La credibilidad del director gerente del Fondo en América Latina y Asia es especialmente importante en estos momentos ya que crece ya la posibilidad de que algún país emergente se vea forzado a pedir un rescate dados los problemas en esos mercados. Brasil, uno de los países más perjudicados por el cambio de ciclo de materias primas, ha sido muy crítico con el papel del Fondo en Europa.
Los países emergentes piden abrirse paso, pero la directora del Fondo bloquea la posibilidad de cambios