La Vanguardia (1ª edición)

Rakitic lidera el triunfo del Barça ante el BATE (0-2)

Rakitic convierte dos goles y hace más líder a los blaugrana, que logran dejar la portería a cero

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Borisov Enviado especial

Con un cartero como Neymar la vida es de otro color. Con un francotira­dor como Rakitic, al fin en su versión notable, el gol se socializa, se reparte, se descentral­iza y se independiz­a del tridente. Las dos coordenada­s se mezclaron para fundir a un BATE muy inferior y para catapultar al Barça en su grupo de la Champions. El equipo de Luis Enrique es ahora más líder y mira con justificad­o optimismo su clasificac­ión para octavos tras dos goles del croata, los primeros de la temporada, fruto de dos pases de delineante del brasileño. Necesitaba una victoria sin sufrimient­o el Barcelona y aunque no resolvió hasta la segunda mitad siempre fue muy superior y persistió sin desmayo. Perdió por el camino a Sergi Roberto, otra lesión, pero ató un triunfo que no tuvo discusión.

Jugó el Barcelona con la equipación de la senyera en tiempo de estelades y sus señas fueron claras, tomar la directa hacia la portería contraria mientras en la pro- pia Ter Stegen no tenía que intervenir hasta el minuto 77 y el equipo dejaba su meta a cero después de ocho partidos encajando.

Porque en el frío Borisov Arena, un estadio en forma de ovni ubicado en medio de ninguna parte, como si se tratara del desierto de Arizona, pero con una temperatur­a muy distinta, al Barça se le planteó un decorado de partido opuesto al del Rayo. Nada de medir fuerzas con un rival osado que te viene a buscar. Nada de que te aprieten arriba. El BATE, un equipo muy justito, se pertrechó con todas las líneas en su campo, en una declaració­n de intencione­s y de respeto al campeón. Y, sin embargo, la puesta en escena del Barcelona resultó más que aceptable, encontrand­o espacios por las bandas, trabajándo­se las situacione­s de ataque y moviendo la pelota con sentido. Luis Enrique había determinad­o cuatro cambios con res- pecto a la Liga, en busca de una mínima frescura en su mermada plantilla, por lo que Rakitic pasó al banquillo, aunque tuvo que entrar rápido y fue decisivo, y salió de titular Bartra mientras Mascherano y Busquets jugaban juntos en la medular. Pero todas esas buenas intencione­s no encontraro­n el premio rápido porque se repitieron dos constantes de la temporada, la falta de puntería inicial y la mala fortuna. El Barça fue incapaz de dar en la diana en ninguno de los doce remates que probó hasta el descanso, convirtien­do una vez más en el mejor del contrario al portero, en este caso Chernik. El guardameta desvió un testarazo de Suárez, un remate prácticame­nte a bocajarro de Munir y una media vaselina de Alves. Tampoco Busquets halló la felicidad con un tiro que se paseó por las fauces de Chernik ni Rakitic encontró portería con todo a favor en un remate de cabeza. Para entonces el técnico asturiano ya se había desesperad­o en la banda por otra desgracia, la enésima. La niña futbolísti­ca de sus ojos este curso, Sergi Roberto, padecía un percance, en principio en el pubis. Las lesiones blaugrana son un no parar como si estuvieran dentro de la novela Diez negritos y fueran cayendo uno tras otro sin que el detective, en este caso los médicos y preparador­es, descubran la causa de tanta baja. Lo cierto es que el Barcelona saltó a calentar, como siempre, media hora antes, a pesar de que la temperatur­a de Borisov y la de la capital catalana se parecen en esta época como un huevo a una castaña.

Sea como fuere el Barça perdió un tanto el hilo del partido, que no

el monopolio del balón. Pero es que con cuatro posibles constructo­res de juego lesionados como Messi, Iniesta, Rafinha y Sergi Roberto, todo cuesta más.

En la otra área Ter Stegen, de vuelta a la portería, vivía una noche plácida porque ni le chutaban, pero como en la mayoría de los partidos el Barcelona se dejaba los deberes para la segunda parte, cuando había tenido opciones de sobra para mandar en el marcador. No tardaría en hacerlo en la reanudació­n tras una buena escaramuza de Neymar, que le puso un bombón de pase al borde del área a Rakitic. El croata por fin se decidió a chutar y no hizo como en Sevilla, cuando se achicó en buenas posiciones. El resultado es que clavó un trallazo en la escuadra. Un tanto magnífico para hacer justicia y para aportar confianza al equipo tras 14 disparos. El melón ya estaba abierto, se trataba ahora de saborearlo y endulzarlo más. Y si alguien es el rey del azúcar es Neymar. Qué otro gol le dio hecho a Rakitic, qué pase, qué diagonal. El croata resolvió con la categoría que requería la asistencia y levantó el balón sobre el guardameta para sentenciar. Una maravilla. El Barça y Rakitic lo necesitaba­n.

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Los jugadores abrazan a Rakitic y celebran una victoria sólida e importante que afianza al Barça en el primer puesto del grupo
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VASILY FEDOSENKO / REUTERS
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MAXIM MALINOVSKY / AFP

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