La Vanguardia (1ª edición)

Los temas del día

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La propuesta socialista de prolongar la educación obligatori­a hasta los 18 años; y los progresos en la lucha por la igualdad de las mujeres, amargament­e acompañado­s del aumento de la violencia machista.

EL Partido Socialista Obrero Español (PSOE) presentó el lunes el borrador de su programa ante las generales del 20 de diciembre. Dicho texto contiene propuestas interesant­es relativas a la regeneraci­ón democrátic­a y a la reforma del sistema electoral, que afectarían, por ejemplo, a la normativa sobre los partidos y sobre su financiaci­ón. Entre tales propuestas, mencionare­mos aquí la obligación de que los partidos efectúen primarias para elegir a sus candidatos, o la de pasar de las listas cerradas a las abiertas. No son de menor interés las propuestas del PSOE referentes a la educación. Entre ellas destaca la derogación de la Lomce y de la normativa que recortó la inversión educativa (en profesorad­o, becas, servicios, etcétera), así como ampliar la educación obligatori­a hasta los 18 años.

Esta última medida ha sido objeto de debate en diversos países. Algunos, como Estados Unidos, la han adoptado en gran parte de sus estados. Otros, como Francia, se resisten por ahora a hacerlo. Pero en ambos casos, como en el de España, hay un amplísimo consenso acerca de que la educación es un pilar central de cualquier sociedad y un trampolín indispensa­ble para mejorar el futuro. Nelson Mandela resumió esta convicción al definir la educación como el arma más poderosa para cambiar el mundo a mejor. Toda medida para fomentarla merece pues, a priori, nuestro respaldo.

Dicho esto, y sin enmendar, en términos generales, la idea de ampliar los plazos de formación, es preciso reconocer que en las propuestas socialista­s hay un grado de inconcreci­ón importante, que debe disiparse. Quizás lo primero sea asegurarse de que el nuevo ordenamien­to educativo nacería con el consenso de las princi- pales fuerzas políticas. De otro modo, seguiríamo­s expuestos al riesgo de que la reforma ahora anunciada sea anulada por un gobierno ulterior, como ha ocurrido ya media docena de veces. De hecho, el propio PSOE afirma ahora que es prioritari­o derogar la Lomce aprobada por los populares. Hay que cultivar un acuerdo mínimo para que la educación no sea caballo de batalla político y los estudiante­s no sufran los inconvenie­ntes que de ello se derivan.

Otro aspecto que considerar es una mejora de la calidad del servicio educativo. La tasa de fracaso y abandono escolar que se da en España con el actual sistema de educación obligatori­a hasta los 16 años ya es excesivame­nte elevada. Hay que afinar mucho las propuestas para que el aumento hasta los 18 años signifique, también, una mejor calidad educativa. Y para atender con igual provecho a quienes irán a la universida­d y a quienes cursarán formación profesiona­l.

Un tercer aspecto relevante es la dotación de esta medida. No tiene sentido plantearla si antes no se dispone de los recursos necesarios para afrontarla. El PSOE afirma que habría que aumentar el suelo de la inversión en este apartado, que en su día superó el 5% del PIB, bajó luego al 4,2% y, poco a poco, debería subir hasta el 7%. Pero del dicho al hecho hay un trecho.

Queda, por último, una considerac­ión de índole esencial, que nos dice que este tipo de reformas deben obedecer únicamente al afán de conseguir mejores ciudadanos, y en ningún caso buscar una reducción cortoplaci­sta de las tasas de paro. De hecho, si se alarga el periodo educaciona­l obligatori­o, lo sensato sería regular su flexibilid­ad, para que permitiera combinar el estudio con el trabajo a quien así lo deseara.

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