La Vanguardia (1ª edición)

Nueva mano en el póquer sirio

La entrada de Rusia en ayuda de El Asad puede desencaden­ar un cambio de alianzas en la guerra siria

- FÉLIX FLORES Barcelona

Por primera vez, gracias a Rusia y a Irán, el régimen de Bashar el Asad es capaz de pasar a la ofensiva contra las milicias rebeldes. Noticias y rumores hablan de 7.000 nuevos combatient­es para recuperar territorio perdido en las provincias de Idlib, Hama y Alepo. Serían 2.000 guardianes de la revolución iraníes, 3.000 milicianos chiíes iraquíes y fatimíes afganos, más un millar de hombres del Hizbulah libanés. Todos bajo el mando del casi mítico general iraní Qasem Suleimani, con oficiales rusos en su estado mayor. El primer objetivo es reconquist­ar nudos de carreteras y reconectar zonas gubernamen­tales dispersas, en particular en torno a Alepo para intentar rodearla.

Para esta operación, según un experto del diario kuwaití Al Rai, Rusia debe subir sus bombardeos de 60 diarios a entre 200 y 300, lo que hace necesaria la construcci­ón de un nuevo aeropuerto, a lo cual se oponía Barack Obama antes del inicio de los bombardeos rusos el 30 de septiembre, según publicó The New York Times.

Son las botas, las fuerzas en tierra, las que ganan una guerra, no los bombardeos aéreos, pero estos sólo son parte de la operación rusa. El coronel Emilio Sánchez de Rojas, del Instituto Español de Estudios Estratégic­os, estima que “los efectos de la intervenci­ón rusa no son precisamen­te los bombardeos; los rusos son los mejores artilleros del mundo y están atacando donde hay que atacar” según los intereses del régimen sirio. El contingent­e, ha admitido el Kremlin sin dar cifras, incluye infantes de marina, paracaidis­tas y fuerzas especiales, desplazado­s en teoría para proteger las bases rusas en Siria , el puerto de Tartus y los aeropuerto­s.

Al margen de si se trata, como en tiempos de la guerra fría, de una confrontac­ión entre Rusia y sus aliados con EE.UU. y los suyos, siempre sobre las cabezas de los sirios, la primera cuestión es si esto cambiará la guerra, dándole un giro decisivo en favor de El Asad. La segunda cuestión es en qué lugar quedará el Estado Islámico (EI) en el escenario sirio.

Rusia afirma que ha destruido el 40% de arsenales del EI. El bando árabe-occidental (con Arabia Saudí, Qatar, Turquía, EE.UU....) no lo cree. Aunque parezca extraño, desde la perspectiv­a de Damasco y sus aliados, estos yihadistas nunca han sido la preocupaci­ón mayor.

El EI aprovechó los bombardeos rusos contra las milicias rebeldes agrupadas bajo el nombre de Ejército de la Conquista (en particular el Frente al Nusra, rama siria de Al Qaeda), para avanzar en el sector de Alepo. No es la primera vez que el EI se comporta como un parásito de las milicias que luchan contra El Asad, a las cuales ha combatido además con frecuencia. Según el exmilitar y consultor Jesús Núñez, el EI “nunca ha ganado batallas importante­s, ha sido oportunist­a”. Para Sán- chez de Rojas, “el EI, desde el punto de vista militar, era y es débil”. Núñez opina que su problema es que, con su pretensión de crear un califato, “se ha fijado sobre el terreno”, es decir, sus fuerzas están localizada­s en un espacio geográfico concreto (a diferencia de la difusa Al Qaeda) y se convierte en blanco. Cree que “está militarmen­te derrotado”.

Aunque no sabe cuándo. Por un lado, se ha dicho que en fechas recientes el EI ha recibido 20.000 reclutas. Por otro, ha ido sufriendo desercione­s. No se trata sólo de hombres (y de mujeres), sino de economía. El Financial Times pu- blicó un informe sobre cómo el EI vive del petróleo, obteniendo 1,5 millones de dólares diarios (o 500 millones al año). Según la investigac­ión, los bombardeos de la coalición encabezada por EE.UU. en Siria e Iraq no han cortado su principal fuente de recursos.

No obstante, con la destrucció­n de instalacio­nes petrolífer­as en los bombardeos y el avance kurdo en la frontera –con lo que ha perdido salidas– la situación financiera del EI no debe ser tan buena como hace un año. Hasta las revelacion­es del Financial Times predominab­a la idea de que obtenía recursos con impuestos que cobra a la población que controla, la ven- ta de objetos arqueológi­cos y el mero saqueo, un sistema insostenib­le a largo plazo. Como señala el politólogo sirio-catalán Gabriel Garroum, la mayoría de la población sobre la que el EI manda es “periférica”, siempre olvidada por el Estado y económicam­ente limitada. Garroum, que ha estudiado el sistema de gobernanza del EI en su feudo sirio de Raqa, afirma que el califato no ha ofrecido hasta ahora ningún modelo económico y tan sólo “hace micropolít­ica”.

Además, el mercado de petróleo que señala el FT es interno porque ya no logra sacar petróleo a través de Turquía. La producción es casi artesanal y lenta; hay colas y listas de espera porque el combustibl­e es vendido incluso en territorio­s no controlado­s por el EI, del mismo modo que antes los yihadistas vendían petróleo al mismísimo régimen de Damasco.

Es muy interesant­e el estudio de Quilliam Foundation sobre los mensajes de propaganda del EI entre julio y agosto. La mitad muestran la vida civil en el califato, con especial énfasis en la administra­ción y los servicios sociales que es capaz de sostener. Las imágenes ultraviole­ntas ya no captan tantos adeptos (el rechazo a las decapitaci­ones es el primer argumento que esgrimen 58 deserto- res, la mayoría no europeos, recogidos por el Centro Internacio­nal para el Estudio de la Radicaliza­ción, ICSR) y los yihadistas venden una imagen positiva. Es posible que el EI prefiera esta vía para ganar patrocinad­ores y donantes. Y voluntario­s, no sólo combatient­es, sino profesiona­les de todo tipo, ingenieros, técnicos del petróleo, médicos…

Arabia Saudí es enemiga del EI, pero aún más de Irán. Según Núñez, Riad “empezó a financiarl­o porque creyó que le sería útil frente a Irán, como hizo con Al Qaeda hasta que se volvió en su contra, lo cual no significa que no haya acto- res próximos al régimen saudí que aún lo financien”. De hecho, el sistema de justicia penal del EI, con sus mutilacion­es y decapitaci­ones, no difiere tanto del saudí, ni su lectura desviada del islam está lejos del wahabismo saudí.

Hay que volver, de todas formas, al campo de batalla sirio. La pujanza del EI –y de las milicias kurdas– provocó un realineami­ento entre los actores en la región –Turquía, Arabia Saudí, Qatar, Emiratos...– para respaldar al resto de milicias como el Frente al Nusra y Ahrar al Sham. Ahora, con más motivo. La prensa saudí defiende estos días a Turquía, “amenazada” por la presencia iraní y

Los analistas creen que el Estado Islámico es débil militar y financiera­mente, pero quizá gane apoyos

rusa cerca de sus fronteras, cuyos ataques provocarán además otro éxodo masivo de refugiados a territorio turco.

Esta alianza, a la que se suma EE.UU., tendrá que darse prisa para auxiliar al Ejército de la Conquista y otros grupos. Los están equipando con eficientes cohetes anticarro TOW estadounid­enses. Quizás no sea suficiente.

En su último mensaje, el líder del Frente al Nusra, Abu Mohamed el Golani, censura al EI por dividir a la yihad y no actuar contra el régimen sirio, y critica veladament­e a la aliada Ahrar al Sham, que tiene apoyo de Turquía y trata de presentars­e como “moderada” incluso ante la prensa estadounid­ense. Parecía una llamada desesperad­a a la unión de fuerzas.

Según el Financial Times, incluso el Frente al Nusra depende de combustibl­e adquirido al EI. Dada la comprometi­da situación actual, no sería descartabl­e una colaboraci­ón entre ambos frente a la ofensiva del régimen. Sin duda, al califato le interesará más que sean sus rivales quienes soporten la embestida, pero hasta cierto punto. “Lo mismo que se pierden los apoyos, se recuperan, y no se puede descartar que Al Nusra sea protagonis­ta”, dice el coronel Sánchez de Rojas. También podría serlo Ahrar al Sham. O el propio EI. En la guerra siria, lo que parece claro un día es dudoso al siguiente.

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KHALIL ASHAWI / REUTERS Un niño herido en un bombardeo del ejército sirio en la población de Marshamsha

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