Por una política europea de asilo
Aylan Kurdi sacudió las conciencias de muchos ciudadanos europeos que veíamos, en aquella dramática imagen de su menudo cuerpo en la playa, la de nuestros seres más amados. Por mucho que leyéramos crónicas de corresponsales desde Damasco, este conflicto tiene un punto de inflexión que se convierte en frustración ante un hecho que va irremediablemente ligado al trágico destino de la guerra. Los refugiados son una realidad implícita en cualquier conflicto armado. Y cuando esta realidad nos interpela de la forma en que lo hizo el pequeño Aylan, tenemos que ser conscientes de que la exigencia democrática nos obliga a articular respues- tas inmediatas ante esta crisis humanitaria. Pero también por los valores sobre los cuales se construye el modelo social en Occidente en general y el europeo en particular. La construcción de la UE no puede ser, sólo, un club de estados destinados a sofocar los altos y bajos de una economía global que azota el bienestar y el progreso social, sino que tiene que ser un ejemplo de sociedad exportable allí donde el autoritarismo y el fundamentalismo se disfrazan de única alternativa.
A Europa le hace falta una política de asilo global y unificada, que sea coherente con el reconocimiento del derecho a la ciudadanía entre ciudadanos y residentes inmigrantes de larga duración (incluidos, los refugiados con derecho de asilo). La política migratoria y de asilo europea tiene que basarse en vías de acceso legales y seguras y no ser única- mente una política de control de fronteras.
La iniciativa de la UE de establecer cuotas para acoger refugiados y asilados no sólo es razonable, sino un imperativo moral. La ola de solidaridad entre la ciudadanía de gran parte de Europa se ha desatado, y es un buen síntoma que así sea, pero harán falta coordinación y liderazgo desde el conjunto de instituciones y, en paralelo, desde las entidades sociales y entes locales. Según datos del Banco Mundial, el 2014 acabó con 2,5 millones de refugiados afganos, 330.000 eritreos, 500.000 iraquíes y 3,8 millones sirios.
Todos somos beneficiarios de los mismos derechos, y por eso desde la Advocacia Catalana y desde las entidades sociales nos ponemos a disposición de las administraciones para contribuir a garantizar los derechos y el bienestar de las personas refugiadas que sean acogidas en nuestro país.