Bristol experimenta con su libra
Establecida hace tres años, es la principal alternativa a la esterlina que existe en el Reino Unido y ha estimulado la economía de la región
Las monedas locales tienen una amplia tradición en Inglaterra, ya que se remontan a los tiempos victorianos. Pero ninguna ha volado tan alto como la libra de Bristol, en como electrónicas (se pueden gasuso desde hace ya tres años, con una tar mediante un SMS o por intercirculación de alrededor de un minet), valen exactamente lo mismo llón y a la que se han suscrito más de que la esterlina y cuentan con el resochocientos comercios de un área paldo de una importante institumetropolitana de medio millón de ción financiera, el Bristol Credit habitantes. “Es un éxito incuestioUnion, de manera que su adquisinable que ha cambiado la manera ción no encierra mayor riesgo que de percibir el dinero, ha reforzado la de cualquier otra moneda. Y un la economía local de una manera 80% del dinero se queda en la resostenible y ecológica, y por eso no gión, en vez de volar por el mundo o tiene nada de extraño que se hayan acabar en paraísos fiscales. fijado en el modelo grandes ciuda“Nos ilusionaría mucho que Bardes como Barcelona”, dice el econocelona siguiera nuestros pasos y mista de la City Brandon Hooper. fuera pionera convirtiéndose en la
La clave está en la sencillez. Las primera gran ciudad del mundo que libras de Bristol son tanto de papel emite una moneda local. Nosotros estamos muy orgullosos. Ha impulsado los pequeños negocios, ha fomentado la conciencia ecológica de la gente y ha estimulado el comercio sostenible, porque no hay ninguna necesidad de que muchos alimentos vengan del otro lado del mundo con una enorme huella de carbono a las espaldas, cuando los producen los granjeros a la vuelta de la esquina”, explica un empresario local implicado en el proyecto desde su nacimiento.
La idea es atar lo más posible el dinero a Bristol, para que circule en la economía local. Un panadero, por ejemplo, puede cobrar en libras lo- cales, y gastarlas pagando los impuestos municipales o encargando la reforma y ampliación de su negocio a una firma de arquitectos que también acepta la innovadora moneda, y que a su vez la utilizará para comprar materiales para las obras a una compañía, que con el ingreso sufragará la cena de Navidad en un restaurante, cuyo propietario abonará la factura de la electricidad, y así sucesivamente. El proceso implica un sentido de complicidad, una cierta lealtad.
Bristol no es la primera localidad inglesa en dar este paso. La libra de Brixton circula en el popular barrio
del sur de Londres, y Totnes (Devon), Lewes (East Sussex) y Stroud (los Costwolds) –todas ellas más pequeñas que Bristol– tienen desde hace años su propia divisa, mientras que la cercana Exeter está preparando el lanzamiento de la suya. Aunque los proyectos nacieron con notable empuje y entusiasmo, un denominador común es que con el tiempo son víctimas de una cierta fatiga, y algunos comerciantes se quejan del “jaleo” que conlleva, sobre todo a efectos de contabilidad.
Lo que está claro es que la existencia de una moneda nativa alimenta la solidaridad y el espíritu de comunidad. “Cuando compra algo, la gente tiene la sensación de ir más allá del consumismo puro y duro, participa en un proyecto común, favorece el crecimiento de la economía local y el empleo, ayuda a granjeros que de otra manera tendrían una difícil salida a sus productos ante la competencia de las grandes cadenas de supermercados”, opina Ciaran Mundy, uno de los artífices y cofundador del proyecto.
Los billetes son diseñados por artistas locales (acaba de hacerse una nueva emisión), y lo mismo repre- sentan un chico en ropa de deporte decorando una pared con grafiti –una referencia a Banksy, nativo de Bristol– que un zorro y una bicicleta. Llevan una fecha de expiración, pero se pueden canjear por esterlinas en el Bristol Credit Union, donde uno se puede registrar como usuario para disponer de una cuenta. Los comercios han de ser locales, y no cotizar en bolsa. Las multinacionales no son bienvenidas.
“Es muy cómodo y práctico –dice Amanda Bennett, que gestiona un gimnasio local–. Las transacciones a través de SMS llevan un recargo del 2%, menos de lo que cobran PayPal (3%) y la mayoría de las tarjetas de crédito. Y las que se efectúan a través de internet, de sólo el 1%. Es una economía más transparente, en la que se sabe adónde va a parar el dinero”. Para dar ejemplo, el alcalde de Bristol, George Ferguson, percibe la totalidad de su salario (68.850 euros) en libras de Bristol.
Una moneda local ayuda a que el dinero se quede en la comunidad y crea un espíritu solidario