La Vanguardia (1ª edición)

“Hemos venido para quedarnos”

Reed Hastings, fundador y director general de Netflix, asegura que nadie debe tener miedo de su llegada a España, pues su compañía abre ventanas pero no cierra puertas a nadie

- SALVADOR LLOPART Madrid

Si hay algo que llama la atención del carácter de Francis Underwood, el diabólico protagonis­ta de House of cards –una de las series estrella de Netflix que paradójica­mente Netflix nunca estrenará en España–, es que no respeta nada. Ni enemigos ni aliados, ni siquiera a su esposa. Nada. No tiene ni ideología ni convicción ninguna. Underwood sólo cree en él mismo y en crearse oportunida­des para seguir avanzando. Es diabólico y eso nos repugna. O quizá no; quizá nos atrae. En cualquier caso es un personaje imprevisib­le y poderoso, tanto como, a su manera, lo puede ser Netflix que está cambiando la forma de ver cine y televisión en todo el planeta. Ayer estuvo en España Reed Hastings, su creador y presidente, su director ejecutivo, que aseguró que Netflix no es como Underwood. Aunque pueda parecerlo. “¿Quién teme a Netflix?”, se pregunta, y aquí viene una larga lista de miedos.

Para empezar, el catalán, una lengua que no figura en Netflix. No tenemos nada en contra de la diversidad lingüístic­a. Al contrario, en cuanto el volumen de negocio lo permita, haremos como hemos hecho en Canadá, pues en Quebec doblamos al francés. Es cuestión de tiempo.

¿Cuánto?

“Nuestra intención es producir aquí, como lo hemos hecho en Alemania y Francia”

No le sabría decir; dos, tres años. Lo que no podemos hacer es un mal negocio.

Les teme la competenci­a, ustedes pueden ser como un elefante en la cacharrerí­a. No, para nada. Netflix tiene 40 millones de usuarios en Estados Unidos. Pero le aseguro que HBO no está ahogando sus penas en alcohol. Está trabajando y también sigue creciendo. Se da la falsa idea de que, si a nosotros nos va bien, alguien tiene que sufrir. Y no es así: el efecto Netflix es positivo. Para todos.

Sus palabras tranquiliz­arán. Ya, pero tampoco es para que duerman. La gente es cada vez más exigente.cuando quiere Quierey ademásver lo que que quierasea de calidad. ventanas; Es no el desafío.cierra puertas Netflix paraabre nadie.La producción autóctona también Pues estáque sepan preocupada.que nuestra intenciónm­os hechoes produciren Alemaniaaq­uí, comoy Francialo hey en muchas partes. Además queremos que esas produccion­es locales viajen. De todos para todos. Licenciare­mos shows españoles para todo el mundo.

Los cines les sienten como enemigo, también. Si miramos, otra vez, hacia Estados Unidos nos encontramo­s con otra sorpresa: las ventas de taquilla se mantienen. Nosotros producimos películas y las estrenarem­os al mismo tiempo en cine y televisión.

Es la guerra con la salas. Nosotros respetarem­os las leyes españolas. Pero, en la medida de lo posible, acortaremo­s al máximo el tiempo entre exhibición en sala y en casa. La gente lo pide. Si no, dejamos un espacio para la piratería. Hasta ahora había ventanas (de exhibición) fijadas; nosotros estamos por romper esas ventanas y dar al público lo que quiere.

Piratería es un término que resulta romántico.

Si; en realidad es robar.

¿Cómo vivirán los piratas audivisual­es la llegada de Netflix? Con nosotros la piratería disminuye. Es un hecho. En Holanda ha bajado un 25 por ciento. Lo mismo que en Australia. Siempre habrá piratas, pero la mayoría de la gente quiere productos de calidad a un buen precio. Sin complicaci­ones.

Últimament­e gigantes de internet como Google y Amazon han tenido problemas en Europa.

¿Por qué?

Por no pagar los debidos impuestos, por invadir la privacidad o romper las leyes de la competenci­a... Bueno, sólo puedo decir que nos den una oportunida­d. Que prueben Netflix, que observen cómo trabajamos. Es gratis probar (el primer mes). Somos una compañía competitiv­a, pero también de efectos positivos. No sólo los negativos que cita. Tan sólo dennos la oportunida­d. Nuestra intención es crear aquí, y hemos venido para quedarnos. No sólo para traer más Hollywood.

 ?? DANI DUCH ?? Reed Hastings y Ted Sarandos, ayer durante la presentaci­ón en Madrid
DANI DUCH Reed Hastings y Ted Sarandos, ayer durante la presentaci­ón en Madrid

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