“Cuando despertamos, Franco aún estaba ahí”
Clara Usón, escritora, que publica‘ Valor’
Tras viajar al corazón del mal contemporáneo, al genocidio en la Bosnia de hace sólo un rato, 1995, dando cuerpo narrativo a la tragedia de la hija de Mladic, Clara Usón traza en Valor (Seix Barral) una novela con tres historias con el valor como elemento común. La autora, que acapara premios (Biblioteca Breve, Ciutat de Barcelona, de la Crítica…), visita la España del golpe republicano de Fermín Galán y saca a luz las masacres de los ustashas, relatos en los que se inmiscuye, como una interferencia, una historia de hoy, de amor, culpa, humor, sexo y desesperación que estalla en el último capítulo.
¿A qué tipo de valor se refiere usted en este libro?
Valor tiene varios significados: coraje, valentía, y también precio, y mérito, y cualidad o principios morales, y hay quien arriesga la vida por sus principios o sus ideales, y quien vende sus principios al mejor postor. Me interesan las historias que reflejan los conflictos de la naturaleza humana, nuestras contradicciones. El germen de Valor es una historia familiar que me contó mi padre, la de Luis Duch, que participó en la sublevación de Jaca, liderada por Galán, que proclamó la República en esa pequeña ciudad aragonesa el 12 de diciembre de 1930 y fue ejecutado dos días después; murió por sus ideas, algo que desde el mercantil siglo XXI se nos antoja inconcebible.
Espantan las atrocidades del EI, pero aquí al lado, en Croacia, hoy en la UE, hace 70 años, lo que usted cuenta es terrible.
Un fraile franciscano dirigió un campo de concentración, Jasenovac, en el que murieron centenares de miles de serbios por el mero hecho de serlo, y también judíos y gitanos y partisanos. Los nazis croatas, los ustachas, eran tan crueles y bárbaros que los militares alemanes y hasta la Gestapo protestaron por sus desmanes. Pero de ello no se guarda memoria. Pavelic, un monstruo comparable a Hitler, murió en España, acogido por Franco, cusa sombra se cierne hasta hoy. Parafraseando a Monterroso, cuando despertamos, Franco todavía estaba ahí.
Tercera historia: el dinero.
Los griegos temían a las Erinias, nosotros, a los Mercados. Es una obviedad decir que el valor absoluto, el dogma, el ideal del siglo XXI es la pasta, el dinero. Ahora el valor moral equivale al valor económico; tanto ganas, tanto vales. No hay más que ver con qué indiferencia asistimos a las muertes en el mediterráneo de los inmigrantes, y es un sistema diabólico del que es imposible escapar: vivir cuesta dinero, hay que ganarlo para merecer seguir viviendo. Así que el que tiene un trabajo hace lo imposible por conservarlo, ningún sacrificio es poco, ningún esfuerzo, bastante. El miedo a perder el trabajo nos vuelve cobardes. ¿Quién se atreve a llevar la contraria al jefe, quién, a cuestionar la ética de la empresa que le da de comer? Un ejemplo paradigmático sería el escándalo de Volkswagen. Lo remarcable no es la estafa, sino el hecho de que la hayan ingeniado y perpetrado directivos y empleados fieles no en su propio interés, sino con el objetivo de que los dueños, los accionistas, ganen más dinero todavía. O en España, la gran chapuza y la gran estafa de las preferentes.
“El miedo a perder el trabajo nos vuelve cobardes. ¿Quién se atreve a llevar la contraria al jefe?”