España es un videojuego alucinado
Juan Francisco Ferré envía a un antihéroe a deambular por un país enloquecido
Reivindica España como tema literario, “algo que ha dejado de ser trasnochado. La novela espaPor si alguien dudaba que la trañola se ha movido siempre entre la yectoria de Juan Francisco Ferré picaresca –Suárez– y el esperpen(Málaga, 1962) resquebraja las coto –Tejero–, pero el siglo XXI derrientes de la narrativa española be ir más allá de esta dialéctica encontemporánea, ahí está su última tre el trapicheo y la corrupción. Si novela, El Rey del Juego (Anagraatravesamos el espejo, podemos ma), protagonizada por Axel Bodar un salto cuántico y convertircanegra, un decadente escritor de nos en revolucionarios”. El autor éxito que, tras pasarse varias hoha debatido elementos de la obra ras en el sofá de su casa mirando con el fallecido Rafael Chirbes o un canal de televisión pornográficon Juan Goytisolo y se ha basado co mientras vacía media botella de en la tradición para dibujar “una whisky, se dirige ilusionado a un continuidad española desde los encuentro con un bizarro grupo Reyes Católicos hasta Felipe VI”. de fans de sus obras juveniles. Ahí, Aunque él cree que los considerade repente, sin que se sepa cómo, dos escritores políticos españoles da un salto al otro lado del espejo y “tienen pocas lecturas, pues parese precipita a un mundo enloquece que para ellos no hayan existido cido, metáfora –o retrato deformado– de España, con enanas que se ríen sin parar, agentes secretos que parecen gemelos, un científico loco... De trasfondo, el ominoso ridículo que hizo la roja en el último Mundial de fútbol. Y, como personaje estelar, el rey Felipe VI, que desempeñará un papel crucial en la trama. Admite haber utilizado el videojuego “como modelo narrativo, ya que es la forma dominante de nuestra época”.
Ferré ha sido profesor de literatura en la Universidad de Brown (EE.UU.) y no le falta discurso sobre el sentido de su obra. Afirma que en la España actual detecta “descomposición, cansancio, fatiga de la democracia tal como se entendió desde los años 70”.
“La novela española oscila entre la picaresca y el esperpento, y quería superar eso”
Pynchon, Coover o DeLillo, que ya vieron América como un enorme simulacro propagandístico. Los Estados son ficciones”.
¿Qué reacción espera del lector tras semejante propuesta? “La carcajada –responde sin titubear–. Como dijo Nietzsche, el humor es la mejor vía para tratar los asuntos serios”.