Al final del día
Atendiendo a la fatalidad de las horas previas, incluso los modestos jugadores de Borisov tuvieron aspecto temible durante un rato, concretamente el que fue del principio al final de su calentamiento. Es lo que sucede cuando todo parece jugar en contra, aparecen las supersticiones y los miedos irracionales. A la sanción de las estelades, que cogió por sorpresa a propios y extraños porque los mensajes por lo bajini del club transmitían que la diplomacia triunfaría, se junto el Comité de Reformas de la FIFA, club de la comedia que propone unas medidas tan radicales para cambiar la imagen de apalancados y corruptos que el mundo tiene de ellos como reducir a 12 años los mandatos y la edad laboral a 74 años. A eso se le llama golpe en la mesa. Un apunte: un Villar está en esa comisión formada por revolucionarios antisistema, se llama Gorka y es el hijo de Ángel María. A Platini, exaliado y ahora enemigo del Barça, lo han salvado de momento estos reformistas, así que lo normal, con la suerte que tiene el Barça, es que el francés sea elegido presidente de la FIFA y haga desaparecer el club blaugrana unilateralmente aplicando algún artículo desconocido.
Mientras eso no suceda, el Barça seguirá ganando partidos. El BATE Borisov dejó de infundir respeto a la que empezó a rodar el balón. Fueron los bielorrusos disciplinados, sí, pero dieron la sensación de esperar siempre el momento de la derrota. En el minuto 35, la central de datos de la UEFA (fría y mecánica y por ello dispuesta a decir la verdad por una vez) arrojó un apunte revelador: 257 pases visitantes contra 66 locales. Los amantes de la posesión experimentaron un leve orgasmo y en la segunda parte Rakitic tomó el mando de la situación (se le reclamaba en la media hacía días) soltando un cañonazo desde fuera del área (debería probarlo más, incluso buscando un rebote como hacía Deco) y sentenciando con un segundo tanto de definición más delicada. Neymar, que le dio los dos pases, salió vivo de una entrada criminal. Al final del día, mira por dónde, al Barça le sonrió la suerte.