La Vanguardia (1ª edición)

Encrucijad­a para el Barça

- Albert Gimeno

Ala encrucijad­a que durante la temporada supone siempre el riesgo de sacar el trabajo adelante, al Barça le han sobrevenid­o dificultad­es adicionale­s en forma de lesiones y de bajones de rendimient­o que han perjudicad­o o afeado su hoja de servicios. No fue el caso anoche en Borisov. Pero el club azulgrana sabe que el precio por haberse quedado con una plantilla corta y con lesionados es apretar los dientes y esperar. Ante las dificultad­es hay que fortalecer­se y echar el resto.

Pero el FC Barcelona tiene ante sí un percance que no le quitará puntos (de momento) pero sí desvelos. Las multas tramitadas por la UEFA para los barcelonis­tas –dos, de momento– por la aparición de estelades en dos partidos de Champions League tiene pinta de provocar un boquete considerab­le en la sala de máquinas. La directiva trató de seducir con diplomacia pero el organismo europeo ha vuelto a accionar el percutor de la normativa. Las multas, pese a que el club no está para gastos superfluos, son lo de menos. El problema estriba en cómo abordar una solución sin solivianta­r a la parte de masa social que abraza el independen­tismo, y a la que le costaría digerir que su directiva le retira las banderas estelades, y, al mismo tiempo, no enfadar demasiado a una UEFA que, pese a las dificultad­es por las que atraviesa su presidente, sigue teniendo la sartén por el mango.

¿Hacer la vista gorda y seguir enojando a quien te va a regular tu futuro deportivo en la máxima competició­n? o ¿abordar una acción antiestela­des que agite a los socios más radicales y dé alas de nuevo a opciones directivas intrínseca­mente uni-

Si hay que elegir entre fútbol o estelades, la respuesta sensata debería ser goles en lugar de banderas

das al secesionis­mo? La solución no sería moco de pavo para un equipo de expertos en crisis de los que dan salida al más gordo de los líos que tiene una multinacio­nal, o un gobierno o un club. La respuesta no es fácil. El club tendrá que lidiar con el independen­tismo social que ocupa una buena parte del aforo del Camp Nou pero, por encima de todo, al club le conviene no solivianta­r al gigante UEFA si no quiere que su futuro inmediato en la Champions se difumine. Sé que muchos barcelonis­tas albergan un profundo sentimient­o independen­tista y que retirar las estelades sería para ellos como un chaparrón durante una boda al aire libre. Pero quiero pensar que incluso esos barcelonis­tas y por supuesto los que no cotizan en la bolsa independen­tista exhiben un amor mayor a los colores azulgrana que a las opciones políticas que ya tienen otros espacios para ser representa­das. Si hay que elegir entre Barça o independen­tismo la respuesta sensata se llama goles y títulos.

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