La Vanguardia (1ª edición)

El techo de Nadal

El mallorquín cede ante Federer, que no le ganaba desde el 2012

- CARLES RUIPÉREZ Barcelona

“Ojalá podamos jugar más finales como esta juntos”. Rafael Nadal tomó el micrófono y, mirando a Roger Federer, se le escapó ese ataque de nostalgia, recuerdo de aquella época en que ambos reinaban en el circuito. Y seguro que el mallorquín no pudo evitar pensar con añoranza que entonces los grandes duelos del clásico del tenis caían de su lado. Pero el trigésimo cuarto enfrentami­ento directo entre ambos se lo llevó el eterno suizo, algo que no pasaba desde el 2012 en Indian Wells. Además, hacía casi cinco años que Roger no ganaba una final a Rafa.

Buscaba Nadal su cuarto título del 2015 después de los de Hamburgo, Stuttgart y Buenos Aires. Pero se encontró de nuevo con el techo que no ha podido romper toda la temporada, la barrera que le frena, incapaz de ganar a alguna de las tres mejores raquetas: Djokovic, Federer y Murray.

El mallorquín, de 29 años, se ha estrellado sin remedio cada vez que se ha enfrentado a ellos. Sí, ha ganado a otros top-10 como Ferrer, Berdych, Raonic, Wawrinka y Gasquet –una vez a cada uno–, pero no ha podido con los grandes dominadore­s, que además son los que le han frustrado en las tres finales perdidas este curso. En Madrid, contra el escocés; en Pekín, ante el serbio, y ayer, en Basilea, frente al suizo.

Sin duda, derrotar a Federer en su casa era un desafío inmenso para el número 5 del mundo. Allí, ante su gente, había ganado seis veces ya Roger, que sabía que con una victoria recuperaba la segunda posición de la ATP, sólo por detrás de Nole, el único que supera sus seis trofeos en el 2015. Lo tenía todo en contra Nadal y aun así dio guerra e hizo sufrir al héroe local. La pista rápida y bajo techo, el público... Todo en Basilea estaba preparado para un triunfo de Federer y aun así el de Manacor se batió contra todos los elementos hasta forzar el tercer set y llevar al suizo por encima del límite de las dos horas.

Que el rival metía 12 aces, Rafa respondía con su sudor infatigabl­e. Que enfrente Roger subía a la red, le forzaba con el magnífico revés y dominaba la escena, daba igual. Nadal no se rendía. Ni siquiera arrojó la toalla cuando con 4-3 el suizo se puso 0-30. Logró igualarlo, pero Federer terminó haciendo el break y no desaprovec­hó su servicio para ganar. Aunque tuvo que ser a la segunda pelota de partido, porque el mallorquín pudo salvar la primera. Sólo había que ver la alegría con la que Roger celebró su 88.º título para comprobar lo que le costó.

Nadal lleva un mes, con la gira china y Basilea, en claro ascenso. Vuelve a confiar en sus golpes, y las piernas le responden. Le falta esa pizca de garra y ese plus mental que dan las victorias importante­s. “Siento que esta será una semana importante para mí, para este año y para el futuro”, anunció Rafa, que ahora va a París-Bercy y ya tiene en el horizonte la Copa Masters.

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ARND WIEGMANN / REUTERS La vigésima primera final entre Roger Federer y Rafa Nadal acabó con el triunfo del suizo

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