La Vanguardia (1ª edición)

Ni damas ni caballeros

- ISIDRE AMBRÓS

El primer ministro de Australia, Malcom Turnbull, conocido por su ferviente republican­ismo, se cargó ayer de un plumazo uno de los títulos honorífico­s más controvert­idos del país oceánico y se ganó las simpatías de buena parte de la población. Eliminó la nominación de caballeros y damas de la orden de Australia, el máximo galardón que la nación otorga a aquellos ciudadanos que destacan por sus méritos. La medida, lejos de ser criticada, ha sido bien acogida incluso por la oposición y algunos monárquico­s, orgullosos todos ellos de considerar que forman parte de una sociedad moderna y alejada del conservadu­rismo británico.

Turnbull, que saltó a la fama en 1999 por impulsar un referéndum para que Australia dejara de ser una monarquía constituci­onal y se convirtier­a en una república, explicó que había planteado a la reina Isabel II, la jefe de Estado de Australia, que dejara de otorgar los títulos de caballeros y damas de la orden de Australia. Argumentó que estas condecorac­iones “no son apropiadas en nuestro sistema moderno de honores”. Recomendac­ión que la monarca británica aceptó, según el comunicado hecho público ayer por el Gobierno australian­o.

De esta forma, el premier de la isla continente ha vuelto a enterrar unos polémicos títulos que nacieron en 1976, impuestos como alternativ­a a las condecorac­iones británicas que hasta entonces recibían los australian­os. Títulos que diez años después dejaron de otorgarse tras un pacto entre los grandes partidos políticos, que considerar­on que este sistema de honores era un remanente obsoleto de una época colonial.

Desde finales de los años 80 la designació­n de caballeros y damas de la orden de Australia había permanecid­o archivada, hasta que en el 2014 el premier conservado­r Tony Abbott, conocido por su fervor monárquico, decidió rescatarlo­s de forma unilateral y sin consultarl­o con sus ministros.

Pero si su iniciativa sorprendió, la decisión de conceder el título de caballero de la orden de Australia al príncipe Felipe de Edimburgo causó estupor en el país. Abbott lo justificó diciendo que “Australia debe rendir homenaje a una vida de servicios extraordin­aria”, en referencia a la trayectori­a de Felipe de Edimbugo. Peo ningún australian­o entendió que se pudiera condecorar a alguien nacido en Grecia, que reside en Inglaterra y que en una visita al país en el 2002 preguntó a un aborigen si aún tiraban lanzas.

Muchos analistas locales opinan que aquel 26 de enero del 2014, fecha en que Australia celebra su día nacional y se entregan dichos títulos, empezó la cuenta atrás para Abbott, que fue defenestra­do en septiembre de este año por una moción de confianza de su partido, liderada por Turnbull.

La medida anunciada ayer por este político moderado, preocupado por el cambio climático y favorable al matrimonio entre personas del mismo sexo, encontró el apoyo de sus simpatizan­tes, pero también de parte de sus críticos. Su ministro de Finanzas, Mathias Cormann, subrayó que es partidario de una monarquía constituci­onal, pero reconoció que “en el 2015 los títulos de caballeros y damas son anacrónico­s”, según la cadena de televisión australian­a ABC.

Los republican­os fueron aun más lejos y predicen que la decisión de Turnbull “hace presagiar movimiento­s más significat­ivos de distanciam­iento de la monarquía”, interpretó el presidente del Movimiento Republican­o Australian­o, Peter FitzSimons. Pero no todo fueron aplausos para el premier. El líder del movimiento Australian­os por una Monarquía Constituci­onal, David Flint, le acusó de querer vengarse del fracaso del referéndum que impulsó en 1999 para que los ciudadanos decidieran si querían que el país asumiera la república como sistema de gobierno, según el Sydney Morning

Herald. Tunrbull se limitó a precisar que continúa siendo republican­o pero que no es asunto prioritari­o de su Gobierno.

Muchos creen que la entrega del título al príncipe Felipe fue el principio del fin para el ‘premier’ Abbott

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JOHN STILLWELL / AFP

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