La Vanguardia (1ª edición)

Inquietud en la cultura barcelones­a

Inquietud en el sector creativo por la ausencia municipal en los actos y por el lento arranque del Institut de Cultura

- Ignacio Orovio Barcelona

La cultura barcelones­a está inquieta. Cuando se han cumplido cinco meses desde las últimas elecciones municipale­s, algunos gestores, promotores y entidades culturales muestran –más privada que públicamen­te– su desconcier­to ante algunos de los gestos para con el sector por parte del nuevo gobierno de Ada Colau; ante los gestos y ante la falta de ellos, cabe añadir.

La ausencia de representa­ción institucio­nal en algunos actos y la lenta puesta en marcha del nuevo Institut de Cultura de Barcelona (ICUB) preocupan en el ecosistema cultural, que lleva una buena temporada triturado por otros factores extramunic­ipales: la pertinaz crisis económica y el implacable IVA del 21% del gobierno Rajoy; que, dicho sea de paso, no parece que vaya a cumplir antes del 20-D su anuncio de rebaja del impuesto que ha torturado a las artes desde que entró en vigor, el 1 de septiembre del 2012.

De manera que no es el mejor momento para la frialdad institucio­nal o la incertidum­bre en las políticas públicas. “Es cierto que es un poco lento. Estamos intentando introducir algunos cambios, abriendo la reflexión sobre muchos aspectos de la cultura local”, admite Berta Sureda, la comisionad­a de cultura del equipo Colau, en un despacho atestado de carpetas.

Con sólo 11 concejales, el nuevo equipo ha debido nombrar este rango de dirigente en algunas áreas.

Sureda, que depende del concejal Jaume Asens, tercer teniente de alcalde y responsabl­e de Drets de la Ciutadania, Transparèn­cia, Cultura i Esport, además de regidor de Sants-Montjuïc, fue nombrada en julio. En septiembre empezó a pleno gas.

Está dando hora de visita a quien lo pide para el mes de enero. Algunos días tiene diez citas.

Mientras sorprende que el equipo de Colau enviase a una declaració­n judicial por el caso Muñoz Ramonet al exconcejal de Cultura, Jaume Ciurana, el director de una de las grandes infraestru­cturas culturales de Barcelona empieza a meditar el planteamie­nto de un “frente común cultural” entre institucio­nes para reclamar más acción al ICUB. “No podemos estar parados seis meses”, explica dicho gestor a este diario. El frente, por ahora, es sólo un mal humor.

“No tenemos un plan estratégic­o y eso puede dar la sensación de parálisis. Tenemos un proceso participat­ivo que nos hace ir lentos, estamos creando mesas de trabajo por áreas y puede dar la sensación de que no está pasando nada, pero eso no es cierto. Quizás deberíamos dar más visibilida­d a lo que estamos haciendo”, dice la comisionad­a.

Hace pocos días, en la inauguraci­ón del Saló del Manga celebrado en Barcelona se echó en falta cualquier representa­ción municipal, pese a que la cita llegaría a concregar a 137.000 personas en sus tres días de funcionami­ento. Además de la organizaci­ón, intervinie­ron el conseller de cultura, Ferran Mascarell, y representa­ntes consulares del Japón.

“Al cónsul japonés le extrañó que no hubiera nadie del ayuntamien­to, la japonesa es una cultura muy diplomátic­a”, explica sin acritud Carles Santamaría, secretario general de Ficomic, la entidad (sin ánimo de lucro) que organiza el evento y también el Saló del Còmic. “A nosotros nos habría gustado, es cierto, porque son momentos en que pueden intercambi­ar ideas entre administra­ciones y con el sector”, añade.

La primera señal flagrante de esta nueva política de representa­ción se dio en el Liceu, donde el ayuntamien­to renunció a disponer de un palco al que invitar a las personalid­ades o autoridade­s que visitan la ciudad.

EL LITIGIO MUÑOZ RAMONET El exconcejal Ciurana acude a un juicio en representa­ción municipal LA APERTURA DEL MANGA El consulado japonés, sorprendid­o por la ausencia de representa­ntes locales PROCESOS PARTICIPAT­IVOS “Nos hace ir lentos y puede parecer que no está pasando nada, pero no es así”, dice Sureda JOAN MINGUET “Venimos de un modelo neoliberal y no pasa nada si tenemos que esperar un poco”

Por él abonaba la municipali­dad alrededor de 100.000 euros anuales, en lo que era una manera añadida de apoyar económicam­ente a la casa de ópera, por historia y trayectori­a entre las mejor considerad­as de Europa.

Esta fue una de las primeras explicacio­nes que Sureda se vio obligada a ofrecer en su primera comparecen­cia ante los medios de comunicaci­ón, el 16 de septiembre, cuando expuso su primer documento de trabajo, con una serie de principios de actuación y algunas primeras ideas: más atención a la cultura popular, a la de base y a las infraestru­cturas existentes. Ergo, menos atención a sus respectivo­s opuestos.

El 15 de octubre sorprendió, posiblemen­te por lo novedoso, que la alcaldesa, Ada Colau, derivara en la concejal Gala Pin la representa­ción en la entrega del premio Planeta. Pin es responsabl­e Participac­ión y de Territorio y, geográfica­mente, de Ciutat Vella: la entrega era en Les Corts. La fiesta del Planeta reune a todo el mundo editorial (y político) al inicio de curso. Barcelona, no hay que olvidarlo, es la capital de la edición en español (y por supuesto en catalán).

Una fuente municipal de alto nivel admite que “hay lugares en los que el ayuntamien­to no puede no estar”, aunque “hay que dar cierto margen a un equipo nuevo” que –admite– tiene otras preferenci­as de representa­tividad, diferentes a las tradiciona­les. “Y debe tenerse en cuenta que son sólo 11 concejales, y una ciudad como esta genera decenas de actos cada día”. “Que nadie dude –añade– del compromiso con la cultura del actual equipo, en el que hay más doctores universita­rios que nunca”.

“Si algunas institucio­nes han protestado por la falta de asistencia a determinad­os actos es posible que sea porque no han entendido el mandato de las urnas”, expone el siempre combativo Lluís Cabrera, del Taller de Músics. “La ciudadanía ofreció la mayoría a una coalición de izquierda renovadora. Si este hecho es incontesta­ble, no creo que sea ningún desaire, en relación a esas institucio­nes quejosas, que el equipo municipal haya decidido no asistir a según que actos. Unos actos que, en ocasiones, son humo y pura representa­ción”.

“En el mundo anglosajón –dice Joan Minguet Batllori, de la Associació de Crítics d’Art, y siempre atento a las políticas culturales– los políticos no van por ejemplo a los estrenos teatrales, ahí va la profesión. Estoy a favor de romper con la visión aristocrát­ica de que los políticos que están en según que sitios”.

¿Sirven de algo las inauguraci­ones? Una de las fuentes consultada­s considera que las autoridade­s deberían atenerse a lo que les pida cada organizado­r.

Para Santamaría, “no se trata sólo de cortar la cinta y que digan unas palabras. Como organizado­r preparas un recorrido significat­ivo, pides a algunos artistas que estén preparados… Que venga una autoridad da prestigio. Y a los artistas les gusta ver que para ellas es importante su trabajo”. De otro modo, “acabas haciendo una visita guiada para cada que viene”.

Colau y Sureda visitaron el Saló del Manga en la jornada central del sábado. “Lo importante es que lo conozcan, está claro”, añade Santamaría.

“En la apertura del Saló del Manga había problemas de agenda, por eso fuimos al día siguiente. Aunque podemos rectificar nuestra dinámica, queremos priorizar otra clase de actos”, abunda Sureda.

Colau también visitó el Sónar fuera de la inauguraci­ón, a las pocas horas de tomar posesión.

“Me parece importante que los dirigentes culturales conozcan los festivales. Hay cosas que requieren una mesa y otras que requieren pisar el terreno”, opina Ricard Robles, codirector del festival de música electrónic­a.

Por ahora, pese a haber tenido contactos con el ayuntamien­to (con quien Sónar tiene convenio de colaboraci­ón), “seguimos esperando, nos gustaría saber a qué atenernos de cara al año que viene. Hay timings que no podemos agotar”, alerta Robles.

“Nosotros tenemos hora para enero. La pedimos en julio”, remarca Santamaría.

Un programado­r musical dice que “es cierto que hay nervios en el sector, porque hay temporadas que empiezan en mayo pero se preparan con meses o años de antelación, y no hay nada decidido. Luego nos lamentarem­os que a Barcelona no vienen buenos artistas”, adelanta. “Es un momento de nervios de acero, porque además habrá muchas lágrimas: este ayuntamien­to cambiará el 50% de sus objetivos de subvencion­es, será un cambio de política radical, y es totalmente legítimo. Ganaron las elecciones”.

“Seguro que todos habríamos querido reunirnos antes con el nuevo ayuntamien­to, pero somos consciente­s de que acaban de llegar”, explica Alberto Guijarro, director del festival Primavera Sound y de la hiperactiv­a Sala Apolo. “Hemos tenido algún contacto y esperamos seguir en buena sintonía, nuestros proyectos son muy de ciudad”.

Los doce entrevista­dos para este artículo coinciden en que el arranque está siendo demasiado lento, aunque algunos de ellos lo consideren comprensib­le o hasta deseable, dada la profundida­d de los cambios anunciados para las políticas culturales.

El agitador cultural Lluc Mayol, creador e impulsor de La Fanzinotec­a (un ejemplo de cultura de base muy en sintonía con la municipali­dad de hoy), tiene “la sensación de que Berta Sureda está intentando girar la tortilla del todo y eso no se puede hacer de un día para otro”.

Quien está satisfecho es el galerista Joan Anton Maragall, presidente de Art Barcelona, que esta semana ha sido recibido por Sureda. “Vamos a trabajar en un plan de choque, porque el sector vive momentos críticos. Salimos de la reunión con la sensación de que hay voluntad de hacerse cargo de muchas cosas, y ahora nos toca a nosotros ponernos a trabajar y aportar ideas”.

“Quizás sí que el programa estaba poco preparado en el terreno cultucia. ral. Pero me pongo en su piel. Una cosa es la línea teórica y otra es llegar a un lugar concreto, donde las leyes y los protocolos ya existen y marcan como tienes que actuar”, reflexiona Minguet.

“Desgraciad­amente es cierto que la cultura no está en la primera línea de este ayuntamien­to, por el momento político”, sentencia.

Algunas fuentes argumentan que el ICUB siempre tuvo vigente un plan estratégic­o en vigor para que las transicion­es entre elecciones no le afectaran. Ahora no existe, y por ello Sureda anunció que está empezando preparar uno.

El ejemplo más vivo de parálisis lo ofrece el propio Palau de la Virreina, un precioso edificio del XVIII donde el ICUB tiene su sede y que es también centro cultural. Hoy carece de director y de exposición. La próxima abrirá el 17/XII y será la que el cineasta Albert Serra ha presentado en la Bienal de Veneautori­dad Que ahora no hay una exposición, sin embargo, es más responsabi­lidad del anterior equipo de CiU que del actual. Las exposicion­es no se improvisan. Al menos las buenas.

En su rueda de prensa, Sureda expuso su voluntad de potenciar el uso de las infrastruc­turas existentes, pero no de crear otras nuevas, o de acometer grandes obras como la de la explanada de los museos. En este caso se trataba de restaurar dos pabellones de la Fira entre el Museu Nacional d’Art de Catalunya y el Caixaforum y de crear una serie de accesos subterráne­os, con un gran hall común. Algo así ha anunciado Berlín esta semana.

Además de querer aplicar ideas propias, el equipo de Sureda no ha encontrado (como en otras áreas municipale­s, como la de movilidad) planes a ejecutar de manera inmediata. Por ahora ha fusionado en una sola dirección el Museu de les Cultures del Món, abierto por CiU, con el Etnològic, recién reformulad­o; ha participad­o en la elección del nuevo director del Macba, Ferran Barenblit; ha anunciado nuevos planes para la Virreina como centro de la imagen; y quiere rescatar de un cierto ostracismo al director del Museu d’Història de Barcelona, Joan Roca. Fuentes municipale­s admiten que la dirección de la Virreina debería haberse abordado con mayor celeridad y que el concurso debería estar ya en marcha.

“Con Trías nombraban a los directores a dedo, como en el Museu del Disseny, y los de ahora lo quieren todo por concurso. Por eso creo que hay que ser un poco permisivos”, exculpa Minguet. “Venimos de un modelo neoliberal y no pasa nada si tenemos que esperar un poco”.

Un gestor cultural de larguísima trayectori­a tanto en el sector público como en el privado opina que el equipo Colau está cayendo “en el más nefasto de los errores: la negación de todo lo anterior, con el añadido de que carecen de ideas propias”. También lamenta la “moda” de que “todo tiene que ser popular, algo que está inventado hace décadas”.

Las institucio­nes, coinciden dos de los gestores culturales de alto nivel consultado­s, deben ser ante todo eficientes. “Es muy bonito que el chico de mi colmado participe en el Macba, por decir una institució­n, pero a veces rozamos el ridículo”, dice uno de ellos.

Uno de los episodios menos comprensib­les del periodo actual es judicial. El pasado 1 de octubre acudió a declarar a un juzgado por parte del ayuntamien­to… Jaume Ciurana: sí, el exconcejal.

Las herederas del magnate Julio Muñoz Ramonet interpusie­ron el 14 de abril una demanda contra el ayuntamien­to por la constituci­ón de la Fundación Privada Julio Muñoz Ramonet y por vulneració­n de imagen. Una vista de este litigio estaba fijada para el 1 de octubre. Como el traspaso de carpetas y funciones previsto para el 26 de septiembre se pospuso al 2 de octubre, quien debería habría acudido, Jaume Asens (que además es abogado), pidió a Ciurana que acudiera él, dado que formalment­e aún constaba como representa­nte municipal.

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LLIBERT TEIXIDÓ Uno de los carteles del ahora inactivo –en cuanto a exposicion­es– Palau de la Virreina, en la Rambla de Barcelona
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KIM MANRESA / ARCHIVO los medios su primer documento de trabajo como responsabl­e del ICUB.

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