‘El yihadista John’, eliminado
Un ataque del Pentágono acaba en Siria con el ‘terrorista estrella’ del EI
Quien a hierro mata en Oriente Medio a ciudadanos estadounidenses tiene muchas posibilidades de morir alcanzado por un misil que le levanta la tapa de los sesos. Es lo que, según todos los indicios, le ha ocurrido a Mohammed Emwazi, más conocido como el yihadista John, el militante del Estado Islámico de nacionalidad británica y acento londinense que se ensañaba con periodistas y cooperantes a los que decapitaba o degollaba a cuchillo, para presumir luego de su hazaña vestido de negro en un vídeo colgado en la red. Fue en el día de San Martín cuando dos misiles Hellfire convirtieron automáticamente en mártir al asesino en serie.
El ataque y la eliminación de Emwazi ha sido el resultado de meses de trabajo coordinado de los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos. Según informaciones suministradas por el Pentagóno, con los datos recopilados se puso en marcha la operación: tres drones MQ-9 Reaper volaron sobre el cielo de Raqa el jueves por la noche. Los controladores del avión británico detectaron a dos personas que habían entrado en un coche. En cuanto identificaron a Emwazi, pasaron la información y los drones estadounidenses dispararon los misiles que supuestamente acabaron para siempre con el yihadista John. Aunque la noticia del suceso no estaba absolutamente confirmada, el Pentágono, la Casa Blanca y el primer ministro británico lo celebraron como un gran victoria en la batalla contra el EI.
El primero en expresar su satisfacción fue David Cameron, que se apresuró a hacer una declaración ante la puerta de su residencia en Downing Street, para reivindicar la participación británica en la operación. “Hemos estado trabajando con los Estados Unidos, literalmente, todo el día para seguirle la pista – reveló Cameron– y este ha sido el fruto de un esfuerzo combinado. Se trata de un acto en defensa propia porque representaba una amenaza para todo el mundo. Prometí que haríamos todo lo que estuviera en nuestra mano para dar con su paradero y hemos cumplido”, concluyó el primer ministro.
“Era con seguridad un objetivo que merecía la pena”, declaró unas horas más tarde el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, quien aun sin estar confirmado el éxito de la operación, la valoró como “una clara evidencia de que la presión de Estados Unidos sobre el Estado Islámico progresa y está dando resultados...”. Earnest comentó además que antes de hacerse pública la noticia no confirmada, funcionarios del Gobierno ya habían comunicado la muerte del yihadista John a los familiares de la víctimas asesinadas por Mohammed Emwazi
Los propios militares que participaron en la operación admitieron que la importancia de eliminar al yihadista John era sobre todo psicológica y propagandística porque este individuo no formaba parte de la estructura de mando del Estado Islámico pero “se había convertido en una estrella” para los yihadistas durmientes de Occido dente, sobre todo a raíz de los espeluznantes vídeos en los que reivindicaba el asesinato a sangre fría de los periodistas James Foley y Stephen Sotloff enseñando incluso la cabeza separada del cuerpo. El yihadista también protagonizó videos tras las ejecuciones de los cooperantes Abdul-Rahman Kassig (estadounidense), David Haines y Alan Henning (británicos), y el periodista japonés Kenji Goto.
Conociendo ese historial, matar al yihadista John se había convertido en una ambición de orgullo militar, aunque el militante del Esta- Islámico no figurara en la cúpula de la organización. “Cada dos días matamos a algún dirigente del Estado Islámico, así que para nosotros se trataba de una operación rutinaria, pero ha sido importante porque el yihadista John era una de las caras más conocidas de la organización”, señaló el portavoz militar estadounidense, coronel Stephen Warren, en videoconferencia emitida desde Bagdad. “El objetivo era el yihadista John y estamos razonablemente seguros de haberlo alcanzado”, señaló.
La Casa Blanca y el Pentágono tuvieron mucho interés en subrayar que la eliminación del yihadista John fue fruto de una premeditada operación específica para acabar con un símbolo que propiciaba el reclutamiento de nuevos combatientes en Siria. El propio Emwazi, aunque de origen kuwaití, había crecido en el Reino Unido. Los servicios de inteligencia occidentales lo ubicaban en un grupo al que los propios secuestrados denominaron como The Beatles por su origen británico.
Javier Lesaca, profesor español de la George Washington University, que investiga el fenómeno, sostiene que el yihadista John, “incapaz de encontrar su identidad nacional y cultural, se convirtió en un terrorista posmoderno. Vestía como un personaje de videojuego (Assasins Creed), que hablaba inglés a ritmo de hip hop y que se conectaba con sus audiencias de manera directa a través de las redes sociales. Para él la violencia extrema no era ni terrorífica, ni desagradable, simplemente un elemento cultural propio de la violencia audiovisual en la que se crió y de la que tanto ha disfrutado e interactuado. Su eliminación es importante, sobre todo, por la liquidación de un símbolo en el que miles de jóvenes de toda Europa se sentían reconocidos”.
La operación de EE.UU. y Reino Unido derriba el símbolo que propició en Occidente un alud de reclutamientos