Todos al estilo geisha
No existe un mercado más sediento de moda que el japonés: diseñadores y ‘fashionistas’ de todo el mundo tienen la vista puesta allí desde hace mucho tiempo
Va usted a verlos cada vez más a menudo: los adolescentes europeos, y a veces quienes ya no son tan jóvenes pero crecieron con los dibujos televisados de Dragon Ball y compañía, están manganizando su aspecto sin vergüenza. Sin prejuicios. Ellas acuden a clase armadas con bolsos de peluche y faldas cortas, pero se suben los calcetines deportivos hasta la rodilla y combinan su vestuario desenfadado con zapatos de plataforma, al puro estilo geisha. Y también ellas, pero más ellos versionan todos los looks posibles de un Elvis Presley japonizado (el eterno estilo del rey del rock sigue causando furor entre los nipones más rebeldes) con brillos y peinados que no pasan desapercibidos. Son los que han adoptado la estética visual kei, o estilo visual, un movimiento común entre los músicos japoneses que se caracteriza por el uso de variados niveles de maquillaje, peinados elaborados y trajes extravagantes. Casi siempre de estética andrógina.
En nuestras calles eso todavía puede sorprender pero en las de Tokio no es novedad. En absoluto. No hay otro lugar en el mundo con un mercado de moda tan sediento como Japón. Allí se consume la moda en mayúsculas, pero además se exhibe, se transforma y tanto su presente como su tradición de kimonos, origamis y estampados Ukiyo-e, resulta una fuente indiscutible de inspiración que atrapa a todos. Influye de forma definitiva en las propuestas que hacen firmas de alta costura pero también en las de street style y en la libre adaptación que los jóvenes europeos se permiten de la forma en que los nipones viven la moda. Japón es el hot spot fashion por excelencia.
Quien desde Europa pueda suponer que su forma de vestir es peculiar, que la gente se gira para mirarle por la calle; quien se sienta aquí una suerte de creador de tendencias... rápidamente comprobaría en Tokio que su pretensión de ser distinto se disuelve en la normalidad. El pasatiempo de los urbanitas adolescentes más resueltos es precisamente llevar los estilismos hasta el límite. En los centros comerciales las Harajuku se visten como muñecas de anime y se llaman así porque se reúnen siempre en el barrio de ese nombre. Las Gals, que es la japonización de la palabra chica en inglés, buscan replicar el estilo californiano de los ochenta. Abusando de maquillaje y bronceado, armadas con lentillas de color y teñidas de rubio se reúnen en Shibuya. Las Lolitas han tomado Akihabara desde hace tiempo y se inspiran en los trajes victorianos, las criadas o las princesas. Y con ese panorama salpicado por todas partes con los citados visual kei, las calles de las ciudades más importantes japonesas atraen también a legiones de cazatendencias que saben que, tarde o temprano, todo eso va a subirse a la pasarela. Si es que no lo ha hecho ya.
Hace muchísimo tiempo que Dior entendió quién llevaba las riendas en esto de la moda. Ya en 1953 el mismo monsieur Dior presentó sus diseños en Japón, y la compañía no olvida ese affaire temprano por lo que sigue realizando su exquisita colección Sprit Dior Tokio año tras año. Es más, justo antes de abandonar repentinamente la Maison, Raf Simons escogió un estadio de sumo de Tokio con capacidad para 10.000 localidades que sólo se cedieron a 1.200 escogidos para presentar algunos de sus últimos 60 looks para la casa francesa. Era su particular homenaje a la cultura japonesa, que también cautiva a todos.
Contaba Simons entonces que lleva más de treinta años (tiene 47) visitando Tokio. Lo considera un placer pero sobre todo una obligación porque “en ninguna otra metrópolis del mundo la gente se expresa con tanta libertad a través de la ropa. Los consumidores allí no temen ser arriesgados... En cierto modo les debo mi carrera”. La inspiración japonesa también ha llevado a Michael Kors a hacer múltiples variaciones del kimono para esta campaña. Y a Zac Posen, que vistió a la canadiense Coco Rocha con estampados florales japoneses para presentar su colección Resort 2016 . ¿Más? Los australianos Ryan Lobo y Ramon Marin dieron a Tome una visión más minimalista del espíritu japonés con túnicas sin cuello, y Stella Mc Cartney, la hija de sir Paul, se apropió del obi para combinarlo con blazers en su último desfile. Y, claro, Galliano, ahora en Maison Margiela, renovó su obsesión por Japón con el mejor y más arriesgado estilo a medio camino entre tradición y manga.
¿Exceso de maquillaje y peinados rarísimos? Deje de sorprenderse: la estética de los ‘visual kei’ ya es vieja en Tokio Los diseñadores tienen la vista puesta en Japón desde hace tiempo; Dior desfiló allí en 1953