Terzo Paradiso en la Ribera
El gran artista piamontés Michelangelo Pistoletto expone en Blueproject y lidera una performance, más allá del arte povera, en colaboración con entidades sociales de Barcelona
Con sombrero negro, zapatos negros –negro el ristretto que se tomó– Michelangelo Pistoletto (Biella, 1933) se paseaba por Il Salotto de la Blueproject Foundation mostrando las ocho piezas que permanecerán allí hasta el próximo 27 de marzo.
Magno precursor del arte povera, recuerda que esta acepción no significa lo que parece, “entiendo el término ‘pobre’ no como la falta de dinero sino como el único camino que lleva a la esencia, al equilibrio. Sólo el arte logra coser la esencia de lo humano”.
Blueproject acoge estos días esta exposición, organizada en colaboración con la Galleria Continua, que abarca una selección de obras del prestigioso artista piamontés desde mediados de los setenta hasta hoy. Desde la década de los noventa en que creó Cittadellarte-Fondazione Pistoletto, viene impulsando las relaciones entre el arte y diversos ámbitos sociales para favorecer una transformación responsable de la sociedad en lo que Pistoletto denomina “Tercer Paraíso”.
“Lo que pretendo –explica– no es integrar el arte en la sociedad sino al contrario, que todo, desde la política a la economía, pase por el filtro del arte”. Una reflexión sobre la que da vueltas desde aquellos años de su docencia en Viena, “junto a jóvenes de todo el mundo a los que intenté explicar qué es esto de la transformación responsable”.
El artista lamenta que la política haya cedido terreno a la economía y ésta al mundo de las finanzas. “El dinero es la máxima abstracción, que se come la naturaleza, el trabajo. Algo habrá que hacer para volver al equilibro”.
En la línea de ese proyecto se celebró ayer por la tarde, en el parque de la Ciutadella, una performance inaudita titulada Terzo Paradiso. El artista ha colaborado con varias entidades para conseguir lo que él define como transformación responsable. “No vale con que un artista deje su sello y tenga la última palabra. Lo interesante es pasar el relevo a terceros, que esos transformen tu obra”. Participaron en el trabajo previo a la performance 75 personas de 52 nacionalidades, inmigrantes aglutinados de Eicascantic, la entidad social que ha logrado esta conexión entre artista y sociedad, y una orquesta infantil de la mano de la Asociación Riborquestra. El objetivo, explican desde Eicascantic, ha sido “demostrar que desde diferentes disciplinas tenemos las mismas intenciones”.
Lleva años reflexionando sobre ese concepto. “La palabra ‘paraíso’ significa, en origen, ‘jardín protegido, con muros’”. El primer paraíso fue aquel en el que el ser humano vivía integrado en la naturaleza. Con la inclusión del jardín o el huerto llegó el segundo paraíso, el artificial. “Creció hasta la modernidad, estos últimos 150 años, ya todo fue artificio. La naturaleza fue condenada. ¡Hoy estamos en ese punto! Y en este tercer estadio debemos aferrarnos a la dualidad para crear. Ya no podemos volver al primer paraíso ni quedarnos en el segundo”.
“No pretendo integrar el arte en la sociedad, sino lo contrario, que todo pase por el filtro del arte”
Así es como anuncia el Tercer Paraíso: “Hasta ahora teníamos el signo del infinito que nos habían descubierto los matemáticos. Pero yo he creado el signo del ‘finito’, el símbolo de la creación. Es nuevo y debería sustituir al símbolo de la religión y la política”. Para Pistoletto, dado que no podemos nacer dos veces, sólo cabe “crear una nueva sociedad en el Tercer Paraíso, para cambiar el mundo”.
En el caso de la performance que se dio cita ayer en el barrio de la Ribera , la clave fue la unión de “lenguaje y arte y traslación del yo al yo colectivo”. Pistoletto es sólo la génesis. “Este tipo de performances lo que buscan es la unión entre la información y la formación de quienes participan en ellas. Especialmente de los más pequeños. La sociedad que tendremos dentro de veinte años la harán esos niños, ¡alguna pauta habrá que darles!”.
Dejamos a Michelangelo Pistoletto paseando entre las dos montañas de ropa sucia, la blanca y la de color, y señalando sus míticos espejos: “El espejo es el único que dice la verdad, el que no puede mentir como miente la palabra. Cuando el espejo se rompe en mil pedazos toma todas las formas del mundo”.
“Participaron en el trabajo previo a la performance 75 inmigrantes de 52 nacionalidades”