El Mediterráneo es la región más violenta y menos unida del mundo
Federica Mogherini reconoció ayer que no había mucho que celebrar al cumplirse 20 años del Proceso de Barcelona, la iniciativa que entonces lanzaron los países mediterráneos para crear un espacio común de paz y prosperidad. La jefa de la diplomacia europea también admitió que “el Mediterráneo es la región del mundo más violenta y menos integrada”.
Si en 1995 sólo había un conflicto armado, el que enfrentaba a Israel y Palestina, hoy hay dos más: Siria y Libia. El terrorismo de raíz islámica hace estragos en toda la zona. El flujo migratorio parece imparable: de las 300.000 personas que han cruzado el Mediterráneo, más de 3.000 se han ahogado. Las peticiones de asilo en la UE superan las 700.000.
A la guerra y el terror se une la falta de cooperación entre los países árabes, incapaces de formar alianzas políticas y económicas. La Unión por el Mediterráneo (UpM) debería aliviar esta situación. Agrupa a 43 países, comprometidos, al menos sobre el papel, con la unidad y el progreso. La realidad, sin embargo, es muy distinta.
La reunión ministerial que ayer se celebró en el palacio de Congresos de Catalunya era la primera desde 2008. Los atentados de París a punto estuvieron de suspenderla y, al final, sólo asistieron siete ministros de Asuntos Exteriores. El tema central de las reuniones fue el desarrollo, especialmente, la promoción de empleo entre los jóvenes.
El punto de partida es muy bajo, y como ejemplo, los flujos comerciales entre los miembros de la UpM: el 90% del comercio se realiza sólo entre los países de la UE, el 9% es entre Europa y la orilla sur, y sólo el 1% es entre los países árabes.
La UpM, como explicó Nasser Judeh, ministro de Asuntos Exteriores de Jordania, debería ser la herramienta que tendiera puentes de diálogo e impulsara el desarrollo, pero no tiene dinero. Mogherini reconoció que necesita más fondos –maneja un presupuesto de apenas cinco millones de euros– y en marcha parece haber un proyecto para que así sea, pero ayer no se concretó.
El ministro español, José Manuel García-Margallo, ofreció organizar una reunión entre los líderes religiosos de Jerusalén y anticipó una mayor implicación de España en el Sahel. Es pronto para saber si será militar pero, de entrada, el nuevo representante de la UE en la zona será Ángel Losada, actual embajador en Kuwait.
El presente es negro y Mogherini no quiso pintarlo de otro color. “Lo que nos une son los problemas que afrontamos” –dijo–, especialmente las guerras, el terrorismo y unos refugiados, cientos de miles de ellos, para los que “el Mediterráneo es un mar de muerte y no de vida”.