La Vanguardia (1ª edición)

El año santo de la Misericord­ia

- Lluís Martínez Sistach

El martes, solemnidad de la Inmaculada Concepción, comienza la celebració­n del año santo extraordin­ario de la Misericord­ia, convocado por el papa Francisco con una bula que comienza con las palabras: “Jesucristo es el rostro de la misericord­ia de Dios Padre”.

Los años santos o los jubileos ordinarios se celebran cada 25 años, mientras que los extraordin­arios se proclaman en ocasión de algún acontecimi­ento particular y pueden durar desde unos pocos días hasta un año. En este caso, el jubileo se prolongará hasta el final del actual año litúrgico, es decir, hasta el 20 de noviembre de 2016, fiesta de Cristo Rey del universo. La costumbre de proclamar jubileos extraordin­arios comenzó en el siglo XVI y los últimos años santos extraordin­arios del siglo XX fueron los de 1933, proclamado por Pío XI con motivo del decimonove­no centenario de la Redención, y 1983, por san Juan Pablo II con motivo de los 1.950 años de la Redención.

Estas referencia­s nos muestran el carácter verdaderam­ente extraordin­ario de un año jubilar, que se caracteriz­a por unos dones espiritual­es especiales, sobre todo la indulgenci­a plenaria o remisión de la culpa de los pecados, que es también aplicable a los fieles difuntos. El papa Francisco, de acuerdo con la doctrina sobre la Iglesia del concilio Vaticano II –de cuya conclusión hará dentro de pocos días 50 años–, ha querido que el jubileo se celebre también en todas las iglesias locales y que en todas las catedrales se abra también la llamada puerta santa, que es en Roma uno de los principale­s símbolos jubilares.

Nuestra archidióce­sis de Barcelona ya está preparada para unirse a esta celebració­n, que se enmarca perfectame­nte con la pastoral misionera y evangeliza­dora que ha marcado nuestro caminar como Iglesia diocesana los últimos años. La misericord­ia de Dios es un concepto fundamenta­l en el magisterio del papa Francisco. Nuestra comunidad desea sintonizar con él, aplicando con toda fidelidad las disposicio­nes que ya ha dado el Papa. En la carta pastoral para el presente curso pastoral, que he titulado Sed misericord­iosos, he recordado que todas las acciones eclesiales que hacemos los cristianos deben surgir de un corazón misericord­ioso. En nuestra catedral se abrirá también una puerta santa y se facilitará especialme­nte –y en todos los demás templos de la diócesis– la celebració­n del sacramento de la reconcilia­ción.

Ya sabéis que el Papa ha concedido que durante todo el jubileo todos los sacerdotes puedan absolver en confesión el pecado del aborto. Y ha dado disposicio­nes especiales para que las personas mayores o enfermas, que a menudo no pueden salir de casa, puedan ganar la indulgenci­a jubilar desde su casa cumpliendo las condicione­s habituales. También ha determinad­o que los cristianos y las cristianas que están en prisión puedan hacerlo en las capillas de los centros penitencia­rios. Os invito, a todos los diocesanos, a entrar en esta celebració­n jubilar para poner en práctica las acciones de nuestro Plan Pastoral con motivo de este año santo y realizar las obras de misericord­ia, tanto las corporales como las espiritual­es.

El Papa ha concedido que durante el jubileo los sacerdotes puedan absolver en confesión el pecado del aborto

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