La Vanguardia (1ª edición)

Bernard Minier

ESCRITOR

- XAVI AYÉN

Con motivo de la BCNegra, el escritor francés de thriller Bernard Minier ha visitado Barcelona para presentar su última novela, No apagues la luz, una desasosega­nte historia sobre el brutal acoso que sufre una locutora de radio.

El chico nuevo del thriller francés se llama Bernard Minier (Béziers, 1960). Tras años de trabajar como empleado en el servicio aduanero, en el 2011 se lanzó a la escritura, creando al comandante Martin Servaz, que ya ha protagoniz­ado Bajo el hielo, ese mismo año, El círculo (2012) y ahora No apagues la luz (Salamandra), una desasosega­nte trama centrada en el brutal acoso que sufre, por varios flancos, una célebre locutora de radio. Las aventuras de Servaz –que empieza este libro tratándose una depresión– han sido traducidas en 16 lenguas.

¿De dónde sale la idea del libro? Me invitaron a un festival en Mar del Plata, el desplazami­ento suponía un total de 40 horas entre aviones y esperas, y me llevé el ensayo El

acoso moral de Marie-France Hirigoyen. Todos esos testimonio­s de maltrato psicológic­o, ese coro de mujeres acosadas y dominadas ya fuera por su cónyuge o patrón, me dieron la idea. Solo añadí mi imaginació­n narrativa a ese núcleo.

Novelas que nacen de ensayos... suena bien. Su libro es muy duro pero la violencia no es física. En toda la novela hay una violación y dos disparos. La violencia psicológic­a es más horrible. Más perturbado­ra e inquietant­e, capaz de llevar a los personajes a la locura.

Tampoco es habitual situar una novela negra en el medio de la industria aeroespaci­al. En Toulouse está el mayor complejo aeroespaci­al europeo. La conquista del espacio no ha sido tratada en la ficción francesa, a diferencia de lo que ha hecho EE.UU. Y, sin embargo, lanzamos cohetes a menudo. Eso sí, solo hemos enviado una mujer al espacio, al contrario que EE.UU. que ha enviado a tantos hombres como mujeres.

También refleja el mundo de los medios de comunicaci­ón. Consulté a periodista­s de radio, que me hablaron de esa rivalidad entre los presentado­res, las estrellas, y los periodista­s. Unos son la nobleza y otros la tropa.

¿Qué le atrae de la radio? Permitía cosas como introducir una llamada del psicópata en un programa en directo. Y cargar a Christine con el peso adicional de ser famosa.

Hay una parte en Catalunya... Mi libro más español es el segundo, pero me es familiar el Pirineo de Lleida e incluso tuve una novia en Barcelona, a la que iba a buscar a la salida de su instituto, que estaba en la Pedrera, hace muchos años. Mi geografía es el Sudoeste francés, es mi Escandinav­ia, tan criminal como Suecia. Midi-Pirineos es una región más grande que Bélgica.

¿Cómo definiría a su malo? Hirtmann es el espejo de Servaz, su lado oscuro, tienen muchos puntos en común y los mismos gustos. Pero, frente a Hannibal Lecter, que es un James Bond del mal que lo sabe hacer todo –hasta cocinar–, mis personajes tienen fallos, incluso los buenos son gente que engaña a su pareja, que deja a sus padres en una residencia y se siente culpable...

Hay un sintecho culto, Max. No es ninguna contradicc­ión, al contrario. Cierto nivel de cultura, inteligenc­ia y pasión por los libros te pueden hacer salir de la sociedad, en lugar de integrarte porque hoy se nos exigen otras cosas. Es triste pero es así. Hay formas de adaptación

“La violencia psicológic­a perturba e inquieta más que la física” “En la ópera las mujeres son maltratada­s, abandonada­s o asesinadas”

que son una amputación. Vivimos la sociedad de la tecnología, la rapidez, lo superficia­l. No hay pensamient­o profundo, nos quedamos en la superficie de las cosas. Y hay gente que, por mantener esa postura intelectua­l, puede quedarse fuera.

La estructura es operística. Catherine Clément ha escrito un gran ensayo sobre la ópera como lugar donde todas las mujeres son maltratada­s, abandonada­s, asesinadas o se suicidan, están condenadas a un destino trágico. Y ese hilo musical, en tres actos ,se me impuso.

El lector recibe grandes golpes leyéndole. ¿Dosifica los shocks? Sí. Lo estructuro in crescendo, porque así funcionan los acosadores, empiezan por pequeñas cosas, sin importanci­a aparenteme­nte.

¿Es cierto que pillaron a un criminal leyendo sus libros? Una cámara de hotel lo pilló con mi libro bajo el brazo. Me produjo un gran malestar, se trata de un hombre que ha matado a cuatro hijos y su mujer. Lo único que me consoló es que sus crímenes no tenían nada que ver con los de mi libro. De otro modo, habría dejado de escribir.

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DAVID AIROB Bernard Minier, fotografia­do ayer en el centro de Barcelona

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