La Vanguardia (1ª edición)

Espléndido aislamient­o

El Reino Unido exige activar ya un freno de emergencia contra trabajador­es europeos

- Bruselas. Correspons­al BEATRIZ NAVARRO

Sin pompa ni circunstan­cia, el pasado 1 de enero se cumplieron 43 años de la entrada a la Unión Europea de su socio más reticente, el Reino Unido, que plantea un referéndum para seguir o no en el club.

El pasado uno de enero se cumplieron 43 años de la entrada a la Unión Europea (entonces conocida por el nombre más neutral de Comunidad Económica Europea) de su socio más reticente, el Reino Unido. No hubo fuegos artificial­es ni grandes festejos y sí un referéndum –apenas dos años después– para asegurarse de que los británicos deseaban realmente formar parte de ese club. Ganó el sí, como defendía Margaret Thatcher, pero la duda no ha dejado de perseguir a todos sus sucesores, hasta llegar al “valiente” David Cameron –como ayer lo calificó su colega belga, Charles Michel–. El líder tory se ha comprometi­do a zanjar “de una vez por todas” la cuestión con un último intento de renegociar la posición del país en el club y un referéndum. El momento de la verdad se acerca: hoy se espera conocer las concesione­s que sus socios están dispuestos a darle para inclinar la balanza a favor del sí.

Las negociacio­nes de los últimos días “han aportado importante­s avances”, aseguran fuentes diplomátic­as británicas, en especial sobre la posibilida­d de retirar las ayudas a los inmigrante­s europeos cuando el sistema social se encuentre bajo presión. Forzado por las críticas de los euroescépt­icos de la oposición pero también de su partido, que han despreciad­o la oferta como “un mal chiste”, Cameron ha tensado la cuerda para obtener más concesione­s: poder activar de inmediato ese freno de emergencia y, de acuerdo con algunos medios, prolongar esa situación durante siete años (Cameron pedía cuatro al principio). Londres da por conseguido el primer objetivo, aunque fuentes diplomátic­as nacionales dudan que la situación actual de las finanzas británicas sea de “emergencia” por culpa de los inmigrante­s europeos. La Comisión Europea recordó ayer que el acuerdo no sólo debe ser aceptable para Londres o los juristas europeos sino también “para los otros 27 estados”.

Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, celebró el domingo por la noche una cena de trabajo con Cameron en Londres. Ventiló rápidament­e la cita y se dio 24 horas para reflexiona­r y digerir la situación. No es que el menú fuera especialme­nte copioso (salmón ahumado, ternera con verduras y, de postre, crumble de pera y manzana), pero mantener cierta tensión negociador­a forma también

Tusk presentará hoy a mediodía su plan para “un nuevo acuerdo” que permita mantener a Londres en la UE

parte del ritual, recuerdan en Bruselas, para que Cameron salga victorioso del pulso con la UE y pueda ganar el referéndum en casa.

Tusk se ha comprometi­do a presentar hoy al mediodía una propuesta “para un nuevo acuerdo para mantener al Reino Unido en la UE”. Se espera que lo haga mediante una carta a todos los líderes de la Unión planteando qué se va a negociar formalment­e con Cameron en la cumbre del 18 y 19 de febrero. Será el primer papel en que se lea, negro sobre blanco, cuál es la oferta europea; las negociacio­nes se han llevado a cabo en medio de un fuerte secretismo, ese rasgo por el que a menudo Londres critica a Bruselas, precisamen­te para evitar poner en apuros al Gobierno británico.

David Cameron tiene de plazo hasta finales del 2017 para convocar el prometido referéndum pero, si las negociacio­nes entre los líderes europeos llegan a buen puerto en febrero, se da por sentado que anunciará su celebració­n para junio, sin más dilación, para no dar excesivo tiempo a la campaña del no para organizars­e (eso dicen los analistas británicos, aunque desde Bruselas se piensa que lleva ya demasiado tiempo en marcha). Ese día se verá si la “excitante aventura” que hace 43 años prometió el entonces primer ministro británico Edward Heath, de entrar en el club, llega a su fin o si el país sigue, a regañadien­tes, formando parte de él.

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TOBY MELVILLE / REUTERS El primer ministro británico, David Cameron (derecha), charla con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en Downing Street

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