La Vanguardia (1ª edición)

Un verdadero peninsular

- Enric Juliana

Gabriel Magalhães es un peninsular perfecto. Nació en Luanda (Angola), donde su padre trabajaba como ingeniero de minas. Se crió en el País Vasco, rodeado de hijos de trabajador­es inmigrante­s en Beasain, entre los verdes profundos del Goierri. Estudió literatura en la Universida­d de Salamanca y conoció a fondo el alma de Castilla. Regresó a Portugal con la maleta llena de literatura española y hoy ejerce la docencia en la Universida­d de la Beira Interior, ubicada en Covilhã, antiguo emporio textil a los pies de la Serra da Estrela, no muy lejos de Castelo Branco. Magalhães no vive ni trabaja en Lisboa. Desde hace unos años este portugués periférico bucea en la cultura catalana, la realidad ibérica que le faltaba por conocer. Con todo ese bagaje a cuestas, acaba de publicar un libro titulado Los españoles. Teniendo en cuenta cómo está el patio, pocos se habrían atrevido en su país a aceptar el encargo de la editora Clara Pastor. Además de culto e intuitivo, Gabriel Magalhães es un hombre valiente.

Le conocí hace más de siete años en Madrid con ocasión de un debate sobre España y Portugal organizado por la embajada lusa en Madrid. Uno de esos debates en los que se repiten muchos tópicos y se endulzan las hermandade­s. Hay un buen puñado de lusófilos en Madrid, casi una masonería, pero una parte de España sigue teniendo un grave problema óptico con Portugal. Miran el mapa y ven la península recortada, como si el océano Atlántico rompiese en las costas de Extremadur­a y Galicia fuese una rocosa península. En aquel debate madrileño, Magalhães sorprendió por la profundida­d de su mirada y por la sutilidad con la que es capaz de expresarse. Desde entonces es colaborado­r mensual de La Vanguardia. En 2009 acababa de publicar su primera novela. Después han venido dos más. Y dos ensayos. Los secretos de Portugal (RBA), una radiografi­a de la crisis portuguesa ex-

Magalhães se crió en el País Vasco, estudió en Salamanca, regresó a Portugal y ahora bucea en la cultura catalana

plicada al público español. Y ahora, Los españoles (Elba).

Magalhães, hombre valiente, sabe de lo que escribe: “España es ante todo una tensión entre sus distintas partes. Una tensión que genera subyugacio­nes, exclusione­s, o en sus peores momentos, purgas crueles. No piense el lector que propongo una visión negativa del país. Yo también espero y deseo una España de todos. Pero esto aún no se ha logrado de manera plena. Todo empieza en la Reconquist­a: varias culturas libran una singular batalla de muchos siglos. El que pierda será silenciado, eliminado. Más de seteciento­s años viviendo así dejan una profunda huella. Una tensión hispánica que aún perdura”.

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