El viejo e indomable Picasso visita al joven pintor en su museo barcelonés
El Louisiana Museum deposita temporalmente tres óleos de su última etapa
Indomable y resuelto, Picasso se aferró hasta el último momento a los pinceles para demostrarse a sí mismo que estaba vivo. “Cada vez tengo menos tiempo y más cosas que decir...”, se lamentaba. El Picasso que lucha contra el tiempo es un Picasso salvaje, vigoroso, de trazo urgente, como ese Jugador de cartas II, que realizó en 1971, ya nonagenario, donde vuelven a sorprender las múltiples entonaciones de su lenguaje, su audacia estética y su volcánica imaginación. Recién llegado del Louisiana Museum of Modern Art de Dinamarca, el cuadro cuelga ahora en el Museu Picasso de Barcelona junto a Mujer y tocador de aulos II (1956) y Le déjeneur sur l’herbe (1961), tres invitados muy especiales (hasta el 20 de junio) que, más allá de lo que tiene de reencuentro con el primer Picasso, arrojan luz sobre su última etapa de vida, mucho más rica y diversa de lo que cuenta la historiografía oficial y pendiente aún de una profunda revisión.
Lo apunta Malen Gual, conservadora del Museu Picasso de Barcelona, que acoge estas tres obras excepcionales gracias a una política de colaboración puesta en marcha por su director, Bernardo LaniadoRomero, con el museo danés, donde a partir de junio se exhibirán 26 dibujos de la colección bajo el título Picasso antes de Picasso. Es la primera vez que estos tres óleos se exhiben en Barcelona y sólo uno de ellos se había podido ver antes en España: Le déjeneur sur l’herbe, que formó parte de la exposición Picasso: las grandes series, organizada por el Reina Sofía en el 2001. Entre 1953 y 1971, dos años antes de su muerte, el artista se enfrenta –y se mide y se pelea– con los grandes temas y maestros de la pintura universal. Las mujeres de Argel, de Eugène Delacroix, Las Meninas, de Velázquez (cuyas variaciones el artista donó al museo barcelonés y es la única suite que conserva reunida en su integridad) o Le déjeneur sur l’herbe de Manet, de la que realizó 27 pinturas, además de 150 dibujos, litografías, grabados, cartones...
En la que ha viajado a Barcelona Picasso centra su mirada en el personaje llamado le causeur ( él mismo contemplando a las dos mujeres desnudas, más desnudas si cabe realzando la blancura de su piel sobre un fondo verdoso), mientras que expulsa del cuadro al otro personaje masculino. Un Picasso que parece querer alcanzarlas con la mano, pero vive una dolorosa tragedia, como relató John Berger en Fama y soledad de Picasso: “Estaba enveje- ciendo, era más orgulloso que nunca, amaba a las mujeres tanto como lo había hecho siempre y se enfrentaba al absurdo de su propia impotencia relativa. Una de las bromas más antiguas del mundo pasó a convertirse en su dolor y su obsesión e, igualmente, en un reto para su inmenso orgullo”.
La tercera obra, primera cronológicamente, es Mujer y tocador de aulos II, realizada el 18 de abril de 1956 junto a dos pinturas y dos litografías sobre el tema (estas últimas se exponen también en la sala) en la Costa Azul, donde se refugió tras la Segunda Guerra Mundial y poniendo fin a una larguísima época marcada por el horror y la angustia, se reencontró con el Mediterráneo.
El Museu Picasso acoge ‘El jugador de cartas II’, ‘Mujer y tocador de aulos’ y ‘Le déjeneur sur l’herbe’