La Vanguardia (1ª edición)

Razón en portería

Inglaterra se está quedando sin porteros. La mayoría de equipos de la Premier optan por extranjero­s que resultan mucho más baratos y tienen experienci­a internacio­nal

- Rafael Ramos

Los porteros ingleses fueron considerad­os durante mucho tiempo los mejores del mundo, y desde luego los que mejor se adaptaban a la lluvia, el viento y los terrenos embarrados de estas islas. Estamos hablando de la posguerra, de los años cincuenta, sesenta y setenta. Entonces no había el empeño de que el arquero dominara los pies como un jugador de campo, y fuera el primer eslabón a la hora de salir desde atrás con la pelota controlada. Pero cuando en el resto del mundo la norma era despejar con los puños, ellos abrazaban ya el balón con cariño.

Hoy en día son, sin embargo, una especie en extinción, como los rinoceront­es negros. Hay jornadas de la Premier League en la que tan sólo uno o dos porteros de cuarenta posibles son ingleses; el resto, forasteros. Ocho equipos no tienen ninguno en su plantilla. De todos los guardameta­s suplentes, tan sólo doce disponen de pasaporte británico. El fútbol que dio al mundo a Peter Shilton, Gordon Banks y Ray Clemence ahora tan sólo puede ofrecer a Joe Hart del Manchester City, y poca cosa más.

Los motivos son fundamenta­lmente dos: el dinero y la experienci­a. Los futbolista­s ingleses están sobrevalor­ados y resultan caros, porque la Premier es ahora mismo la liga más rica del mundo gracias a la fortuna que pagan BT y Sky en derechos de televisión. Por lo que cuesta un arquero prometedor de segunda o tercera división, un club con presupuest­o ajustado como el Bournemout­h puede fichar al internacio­nal polaco Boruc, el Sunderland puede tener al rumano Pantilimon, y el Watford al brasileño Heurelho Gomes. Para los directores técnicos, a la hora de decidir no hay color.

Cuatro, sólo cuatro, son los porteros ingleses titulares en la Premier. El susodicho Hart del City (que el año pasado hizo una gran exhibición ante el Barça en la Champions), Ben Foster del West Bromwich, Ruddy del Norwich, y Butland del Stoke. Este último, un gigantón de 22 años, es la gran promesa: ha debutado ya con la selección inglesa (el primer guardameta del club de las Midlands desde Shilton) y forma parte de la escuadra que disputará la Eurocopa en verano. Después del traspaso de Begovic al Chelsea, Mark Hug- hes le prometió la titularida­d y ha cumplido su palabra. Con el Liverpool interesado en sus servicios, es probable que no le quede mucho tiempo en el Britannia Stadium.

Pero lo más escandalos­o no es que figuras reconocida­s como De Gea, Cech y Courtois ocupen los arcos de los grandes de la Premier, ni tan siquiera que Ronald Koeman haya llevado a su compatriot­a Stekelenbu­rg a Southampto­n, o que el estadounid­ense Howard monopolice la portería del Everton, o el danés Schmeichel (apellido de pedigrí) sea el preferido de Ranieri en Leicester. Lo más extraordin­ario es que el sueco Nordfeldt y el alemán Tremmel sean los suplentes del polaco Fabianski en el Swansea,o el que suizo Spiegel y el irlandés Randolph sustituyan al español Adrián en el West Ham. Los banquillos de la Premier están repletos de porteros extranjero­s que no juegan. Un 40% de los contratado­s por los clubs profesiona­les de Inglaterra no hacen nunca jamás una aparición con el equipo, y un 70% disputan menos de 20 partidos antes de cambiar de aires. Mientras tanto, jóvenes ingleses con posibilida­des como Jordan Pickford, Christian Walton o Joe Wildsmith carecen de oportunida­des, aunque jueguen para el Brighton, el Sheffield Wednesday y el Preston.

De los 60 porteros que figuran en las plantillas de la Premier League, sólo 12 son británicos

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BEN STANSALL / AFP Joe Hart es un rara avis en la Premier: portero inglés titular en su equipo, el Manchester City
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