Razón en portería
Inglaterra se está quedando sin porteros. La mayoría de equipos de la Premier optan por extranjeros que resultan mucho más baratos y tienen experiencia internacional
Los porteros ingleses fueron considerados durante mucho tiempo los mejores del mundo, y desde luego los que mejor se adaptaban a la lluvia, el viento y los terrenos embarrados de estas islas. Estamos hablando de la posguerra, de los años cincuenta, sesenta y setenta. Entonces no había el empeño de que el arquero dominara los pies como un jugador de campo, y fuera el primer eslabón a la hora de salir desde atrás con la pelota controlada. Pero cuando en el resto del mundo la norma era despejar con los puños, ellos abrazaban ya el balón con cariño.
Hoy en día son, sin embargo, una especie en extinción, como los rinocerontes negros. Hay jornadas de la Premier League en la que tan sólo uno o dos porteros de cuarenta posibles son ingleses; el resto, forasteros. Ocho equipos no tienen ninguno en su plantilla. De todos los guardametas suplentes, tan sólo doce disponen de pasaporte británico. El fútbol que dio al mundo a Peter Shilton, Gordon Banks y Ray Clemence ahora tan sólo puede ofrecer a Joe Hart del Manchester City, y poca cosa más.
Los motivos son fundamentalmente dos: el dinero y la experiencia. Los futbolistas ingleses están sobrevalorados y resultan caros, porque la Premier es ahora mismo la liga más rica del mundo gracias a la fortuna que pagan BT y Sky en derechos de televisión. Por lo que cuesta un arquero prometedor de segunda o tercera división, un club con presupuesto ajustado como el Bournemouth puede fichar al internacional polaco Boruc, el Sunderland puede tener al rumano Pantilimon, y el Watford al brasileño Heurelho Gomes. Para los directores técnicos, a la hora de decidir no hay color.
Cuatro, sólo cuatro, son los porteros ingleses titulares en la Premier. El susodicho Hart del City (que el año pasado hizo una gran exhibición ante el Barça en la Champions), Ben Foster del West Bromwich, Ruddy del Norwich, y Butland del Stoke. Este último, un gigantón de 22 años, es la gran promesa: ha debutado ya con la selección inglesa (el primer guardameta del club de las Midlands desde Shilton) y forma parte de la escuadra que disputará la Eurocopa en verano. Después del traspaso de Begovic al Chelsea, Mark Hug- hes le prometió la titularidad y ha cumplido su palabra. Con el Liverpool interesado en sus servicios, es probable que no le quede mucho tiempo en el Britannia Stadium.
Pero lo más escandaloso no es que figuras reconocidas como De Gea, Cech y Courtois ocupen los arcos de los grandes de la Premier, ni tan siquiera que Ronald Koeman haya llevado a su compatriota Stekelenburg a Southampton, o que el estadounidense Howard monopolice la portería del Everton, o el danés Schmeichel (apellido de pedigrí) sea el preferido de Ranieri en Leicester. Lo más extraordinario es que el sueco Nordfeldt y el alemán Tremmel sean los suplentes del polaco Fabianski en el Swansea,o el que suizo Spiegel y el irlandés Randolph sustituyan al español Adrián en el West Ham. Los banquillos de la Premier están repletos de porteros extranjeros que no juegan. Un 40% de los contratados por los clubs profesionales de Inglaterra no hacen nunca jamás una aparición con el equipo, y un 70% disputan menos de 20 partidos antes de cambiar de aires. Mientras tanto, jóvenes ingleses con posibilidades como Jordan Pickford, Christian Walton o Joe Wildsmith carecen de oportunidades, aunque jueguen para el Brighton, el Sheffield Wednesday y el Preston.
De los 60 porteros que figuran en las plantillas de la Premier League, sólo 12 son británicos