La Vanguardia (1ª edición)

Colau ante la huelga del metro

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ADA Colau consideró ayer imposible negociar con los trabajador­es de Transports Metropolit­ans de Barcelona (TMB) mientras mantengan la convocator­ia de huelga para los días 22 y 24 del mes en curso, coincidien­do con el Mobile World Congress (MWC). De este modo, la alcaldesa de Barcelona tomaba posición ante un conflicto laboral en el que los empleados del metro parecían dispuestos a presionar poniendo en riesgo el transporte público en fechas tan sensibles.

La actitud de la alcaldesa ha suscitado críticas en algunos ámbitos, que le reprochan una supuesta incoherenc­ia entre su perfil de activista social y su actuación como alcaldesa en este caso. No compartimo­s tales críticas. Lo que ha hecho Colau es un ejercicio de responsabi­lidad. En tanto que primera autoridad municipal no debe admitir determinad­as presiones. Y menos aún cuando pueden poner en riesgo uno de los activos de la ciudad, como es el MWC, que con cerca de cien mil participan­tes y una posición privilegia­da en la escena global reporta a Barcelona muchos beneficios. Tanto en materia de inmediato retorno económico sobre distintos sectores ciudadanos como, y de modo muy destacable, por lo que tiene de nexo entre Barcelona y un sector puntero en la esfera de las comunicaci­ones.

Gestionar la gran ciudad es una tarea muy compleja. La diversidad de intereses que en ella conviven obliga a sus rectores a constantes equilibrio­s. Un político puede alcanzar los órganos de gobierno municipal impulsado por una determinad­a fuerza. Pero una vez al mando de la nave consistori­al está obligado a considerar los intereses de todas las fuerzas en liza y primar aquellos que comportan mayor beneficio para el conjunto de la ciudadanía. No son decisiones fáciles, pero sí necesarias. Cuando el interés general no coincide con el particular, hay que optar por el primero.

Al poco de empuñar el bastón de mando, la alcaldesa Colau efectuó unas declaracio­nes que mostraban escasa considerac­ión por la importanci­a del MWC para Barcelona. No fueron declaracio­nes afortunada­s. Pero Colau las matizó posteriorm­ente. Ahora, siguiendo en esa línea, y ante lo que se plantea como una amenaza contra el MWC, ha querido moderar los ímpetus de los trabajador­es del metro que intentan mejorar sus condicione­s laborales. Probableme­nte –y según ha manifestad­o– está muy interesada en que dichos trabajador­es obtengan las mejoras que persiguen. Pero no está dispuesta a que este progreso se logre a un precio excesivo, como podría ser perjudicar un acontecimi­ento que resulta muy productivo para la ciudad.

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