La Vanguardia (1ª edición)

Robin Hood quiere la cárcel

Un veterano atracador añora la prisión ahora que está en una residencia

- MADRID

FRedacción y agencias rancisco del Moral, un veterano atracador conocido como Robin Hood por repartir el botín entre sus amigos presos, dice que echa de menos la vida en prisión, tras haber pasado más de cuarenta años privado de libertad. Desde el pasado mes de diciembre, Del Moral vive en una residencia de mayores en Morata de Tajuña (Madrid) de la que, asegura, se va a escapar en cuanto pueda “para volver a delinquir”.

En su currículum, este ladrón cuenta con más de doscientos asaltos a joyerías y bancos en dis- tintas ciudades españolas y asegura que podría ser “muy rico” si no hubiera regalado el dinero a gente que lo necesitaba.

Nacido en Ciudad Real en 1947, Francisco del Moral asegura que su madre lo abandonó al nacer y que no conoció a su padre, por lo que pasó su infancia y adolescenc­ia en un orfanato, donde comenzó a robar “pan duro” de la cocina porque pasaba hambre. “Si yo hubiese conocido unos padres segurament­e hubiese sido un político muy bueno. Por lo menos, no hubiese sido un delincuent­e”, afirma este peculiar Robin Hood, quien a los 19 años se fugó del orfanato con destino a Madrid. Allí empe- zó a delinquir “por necesidad”, porque “no tenía recursos económicos, ni familia, ni casa, ni nada”, robando en bares y tiendas, hasta que ingresó por primera vez en la prisión de Carabanche­l en 1966, recuerda.

Desde entonces, ha pasado la mayor parte de su vida en distintas cárceles españolas, cumpliendo condena por robos, porque cada vez que salía de prisión reincidía en estos delitos. Entre sus andanzas, recuerda un golpe en el que se llevó toda la recaudació­n del centro comercial Parque Sur de Leganés (Madrid) o el asalto a una joyería en Puerto Banús (Málaga), en el que se hizo con mu- chos millones en joyas. Una parte de lo robado –“muchos miles de euros”– lo compartió con sus amigos presos, a través de envíos que firmaba como Robin Hood, porque le daba “mucha pena” que no tuvieran dinero para comprarse una radio, unas zapatillas o un chándal. “No estoy arrepentid­o. No he conocido otra vida”, apunta Del Moral, quien admite que le gustaba el “ambiente” penitencia­rio. “Los compañeros eran mi familia, mis hermanos y mis amigos. Yo era muy respetado por todos, por los presos y por los funcionari­os”, agrega.

“Parece mentira. Es una cosa lamentable, pero la realidad es que me gusta estar con los amigos en la cárcel. No me intimida”, reconoce este autoprocla­mado Robin Hood. Incluso se muestra dispuesto a escribir al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, para cambiar la residencia de mayores por la prisión.

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BALLESTERO­S / EFE Francisco del Moral, Robin Hood

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