Activista de linterna mágica
ARNAU OLIVAR (1924-2016) Crítico insurgente y alma del cineclub
En tiempos donde controlar el cine era uno de los objetivos prioritarios del franquismo, no en vano servía de refugio a rebeldes que encontraban en la gran pantalla la única ventana posible para asomarse a otros mundos, este abogado inmerso en la rebeldía y los sueños fílmicos compaginó su profesión con la de crítico cinematográfico. Siempre muy independiente y desarrollando asimismo una intensa actividad en el ámbito del cineclub. En 1957, con Antoni Farré, fundaba el legendario cineclub Llanterna Màgica. Sus reivindicativas sesiones se desarrollaban en Perpiñán, con películas prohibidas aquí por la implacable censura franquista. A las proyecciones asistían estudiantes, agitadores culturales y también políticos entonces en la clandestinidad. Fallecido el 1 de febrero a los 92 años, Arnau Olivar cooperó decisivamente en el desarrollo de unas generaciones que, a través de las películas, deseaban impulsar un cambio político y social en aquella sociedad entonces domesticada por un régimen intolerante.
Nacido en Barcelona en 1924, Arnau Olivar Daydí se licenció en Derecho por la Universitat de Barcelona en 1947. Cinco años más tarde empieza a ejercer como abogado, pero siempre combinando esta actividad con su pasión cinéfila. Fue colaborador habitual de revistas como Serra d’Or, Canigó o Ensayos de Cine, aparte de publicar numerosos ensayos cinematográficos. En 1948 decide poner en marcha el emblemático cineclub Llanterna Màgica, que entre 1957 y 1980 traslada a Perpiñán, donde organiza y dirige unos muy recordados weekends fílmicos, con la colaboración de la Federación Francesa de Cineclubs. En cada uno de estos encuentros, Arnau Olivar elaboraba un muy trabajado dossier sobre temas como el neorrealismo italiano, Pier Paolo Pasolini, Buñuel, Godard, Bergman, el cine soviético, Akira Kurosawa o Joseph Losey, aquel gran cineasta acosado por la caza de brujas.
En 1963 también creó y dirigió un cinefórum con los monjes de Montserrat, normalmente con tres o cuatro proyecciones anuales y que finalizó en el 2001. En total,146 películas, que ordenadas cronológicamente constituían toda una historia del ci- ne. El diálogo entre fe, cultura y realidad social guiaba aquellas sesiones. Monje de Montserrat e historiador, Hilari Ragué ha escrito sobre aquellas sesiones: “Para los monjes, los cinefórums no eran un mero entretenimiento, sino que querían introducir a una comunidad entregada a la plegaria, pero muy atenta a la realidad humana, en un elemento tan importante en nuestra sociedad como es el cine. Porque la sociedad influye en el cine y el cine influye en la sociedad”.
En el 2012 publicó el libro Els cinefòrums de Montserrat (Editorial Base), donde analizaba aquellas grandes películas que definían el pasado y un presente siempre relacionado con un cine que describía realidades y contradicciones de la sociedad. A partir de 1959, Arnau Olivar escribió de manera continuada crónicas sobre la Mostra de Venecia. Su pasión cinéfila también le llevaría a conocer el medio profesionalmente. En 1963 colaboró en el guion de Vida de familia, primer y único largometraje dirigido por Josep Lluís Font (19322013). Historia de una familia barcelonesa dividida a causa de una herencia, su amplio reparto incluía los nombres de Ana María Noé, Montserrat Carulla y Fernando Guillén, con apariciones de la escritora Maria Aurèlia Capmany, de Jaume Picas y el propio Olivar. En 1976 apareció asimismo en la película La ciutat cremada, de Antoni Ribas. Presidente de Honor de la Federació Catalana de Cineclubs, en 1988 la Generalitat le concedió el Premi Extraordinari de Cinematografia.
Al igual que el siempre inolvidable José Luis Guarner, otro sabio fílmico, Arnau Olivar ejerció enorme influencia en varias generaciones de críticos cinematográficos. Especialmente en quienes compartimos algunas de sus sesiones de cinefórum, cuando lo primero que hacíamos antes de iniciar la sesión era mirar si había alguna cara desconocida entre los asistentes. En caso afirmativo, debíamos tener mucho cuidado con nuestros comentarios: podía tratarse de algún miembro de la Brigada Político Social, la policía política del franquismo. Su esposa, Maria Rosa Seix Perearnau, ha perdido un marido entrañable y nosotros a todo un referente personal y fílmico.