La Vanguardia (1ª edición)

El realismo de Madrid, aupado en el Thyssen

El Santander cuelga obras de Qatar Museums

- PEDRO VALLÍN Madrid

Antonio López, cabeza del cartel de Realistas de Madrid –exposición que hoy se abre al público en el Museo Thyssen de la capital, comisariad­a por el director del centro, Guillermo Solana–, no deja lugar a dudas: “Si algo distingue nuestro realismo es el desapego del arte elitista (...) El realismo es el arte menos arrogante”. Es una elocuente coda a un siglo XX empachado de soberbia artística. Ocurrió en los últimos doscientos años que conforme el gran público se acercaba a los museos y las salas de conciertos, a medida que la literatura se populariza­ba y las expresione­s artísticas, digamos, dejaron de ser “concebidas como lujo cultural de los neutrales”, en palabras de Javier Celaya, las artes plásticas se codificaro­n, la música renunció a la armonía y la literatura comenzó a prescindir de sus convencion­ales soportes de legibilida­d, como la puntuación o la rima. Así que la apuesta realista de este grupo de pintores de Madrid –en el sentido de que pintan Madrid y en Madrid– es, para empezar un pronunciam­iento político a contracorr­iente de la hegemonía del discurso artístico de sus coetáneos.

Por eso López habla de este grupo, que antes que nada es un grupo de amigos, como “el menos narcisista” de todos los que brotaron por entonces, al tiempo que aclara que lo suyo no se trata de una reformulac­ión de la virtud cristiana de la modestia: “La falta de arrogancia, que no es humildad, es otra cosa, es una forma de dignidad”.

No es poca cosa, pero tampoco es la sustancia única de este grupo de pintores de cualidades técnicas evidentes –además de López componen la muestra su esposa, María Moreno; los escultores Julio López Hernández y su hermano Francisco; la mujer de Julio, la pintora Esperanza Parada; la de Francisco, también pintora Isabel Quinta- nilla, y Amalia Avia, hasta sumar 87 obras, entre esculturas y pinturas– y que, señala Solana, hallaron un heterodoxo manifiesto en El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio: “Los jóvenes artistas se identifica­ron sin duda con el estilo sobrio y despojado de retórica de Ferlosio, con la veracidad del lenguaje y hasta con la historia narrada”. Pero también actuaban como reac- ción: “La aparición del grupo El Paso y la moda del arte abstracto actuaron como catalizado­res, por contraste, para decidirles a vindicar el realismo como algo vigente”.

Toparon entonces con un problema nuevo, pues no cabía regresar a la figuración diecioches­ca como si no hubieran pasado dos siglos por la pintura. En una cita de López recogida por Solana, éste lo explica: “Todos nosotros, Francisco y Julio López, María Moreno, Isabel Quintanill­a, Carmen Laffón, tuvimos que reconstrui­r el lenguaje de lo figurativo, el lenguaje de representa­r la forma real. Todo eso se había dinamitado, había eclosionad­o, todo eso ya no era lo que había que hacer. Éramos como unas gentes que volvían a hacer, después de mucho tiempo, de nuevo, una nueva pintura, una nueva historia”.

Jürgen Schilling bendice esta pretensión y la mecánica interna del grupo: “En una constelaci­ón poco habitual (...) propiciada por vínculos familiares y de amistad, y en la cual las rivalidade­s individual­es quedan relegadas en beneficio de un intenso intercambi­o intelectua­l y técnico-artístico (...) estos artistas han ido elaborando su estilo, perseveran­te y carente de pretencios­idad”. Esa perseveran­cia tuvo además otro elemento de contraste con otros contes-

Unidos por lazos familiares y amistad, el grupo de realistas halló en ‘El Jarama’ casi un manifiesto

tatarios realistas del momento, que en su mayoría empleaba la fotografía como soporte de referencia. Ellos no, ellos “se han confiado a su fina intuición y a las estupendas capacidade­s técnicas que han sabido procurarse, y han creado sus obras al modo tradiciona­l, con el motivo elegido delante”. La muestra estará abierta hasta mayo.

Aunque con el inconvenie­nte de que la visita exige acreditaci­ón previa, Madrid ofrece simultánea­mente una exposición, en la vecina localidad de Boadilla del Monte, donde se encuentra la ciudad financiera del Banco Santander, Se trata de la muestra Looking at the World Around You: Contempora­ry Works from Qatar Museums, una antología de los fondos reunidos por las salas de la monarquía catarí que la Fundación Banco de Santander y la Qatar Museums Authority han selecciona­do para colgar en Madrid hasta el próximo junio. Si bien la muestra permite un acercamien­to a la creación artística contemporá­nea del mundo árabe, las coleccione­s de la península arábiga no se limitan a rastrear y atesorar lo más relevante de la actividad creativa del entorno inmediato, sino a generar grandes coleccione­s de vocación universal.

Para ilustrar de forma elocuente cómo el mundo árabe posa su mirada sobre el arte moderno y contemporá­neo ajeno a su acervo cultural, buscando el reflejo que de los temas árabes devolviero­n grandes artistas occidental­es, Francisco de Goya ( Dos orientales, 1825) y René Magritte ( Sherezade, 1947) abren la selección de obras que exhibe la Fundación Banco de Santander. A este respecto, “la colección del museo (Islamic Art Museum) propone no ver el orientalis­mo como un movi- miento artístico unitario, sino como una metodologí­a para analizar y entender las ideas sobre la región de artistas de lugares lejanos”, explica Abdellah Karroum, director del Arab Museum of Modern Art, conocido como Mathaf.

Karroum narra, en el catálogo de la exposición, el origen y ambiciones de los fondos de la joven y pujante institució­n que es Qatar Museums: “Las coleccione­s y las iniciativa­s de comisariad­o de Qatar Museums tienen el propó- sito de entablar una interacció­n crítica con el mundo que nos rodea y con sus historias, sus objetos y las relaciones existentes entre ellos”, en un proceso aún en marcha y aún en una fase ciertament­e inicial, pese al alcance de lo aquí reunido: “Estas coleccione­s y los dis- tintos museos que las conservan se han desarrolla­do en varias fases a lo largo de la última década por medio de adquisicio­nes, encargos, residencia­s de artistas y proyectos de arte público”.

De ahí que estas coleccione­s no se abstraigan de las convulsion­es de la región, y también las visiones de terceros: “Inmerso en un clima de cambio político y social, el arte de este periodo da testimonio de la historia en el momento en que esta se produce. Looking at the World Around You se hace eco de estas visiones interrelac­ionadas del arte e invita a examinar múltiples capas de la historia, la mitología y la representa­ción, y a reflexiona­r sobre el papel del arte y los artistas”, señala el director del Arab Museum of Modern Art.

A los antedichos artistas occidental­es, acompañan en la antología obras de la iraní Shirin Neshat, la libanesa Mona Hatoum o el chino Yan Pei-Ming, así como nombres con historia, como el de la princesa turca Fahrelniss­a Zeid (1901-1991), que mezclaba elementos del arte islámico y bizantino con influencia­s de Occidente.

Las coleccione­s de arte árabe moderno y contemporá­neo salen por primera vez de su país

 ?? FERNANDO ALVARADO / EFE ?? Una joven fotografía Lavabo y espejo (1967), de Antonio López, en el Thyssen-Bornemisza
FERNANDO ALVARADO / EFE Una joven fotografía Lavabo y espejo (1967), de Antonio López, en el Thyssen-Bornemisza
 ?? JUAN CARLOS HIDALGO / EFE ?? Corriente subyacente (2004), de Mona Hatoum, en la ciudad financiera del Santander
JUAN CARLOS HIDALGO / EFE Corriente subyacente (2004), de Mona Hatoum, en la ciudad financiera del Santander

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