Homar: cruz y resurrección
El actor es en el TNC ‘El professor Bernhardi’, un clásico sobre ciencia, antisemitismo y ética
El tándem Lluís HomarXavier Albertí vuelve a la carga. Y lo hace de nuevo con una obra importante y difícil. Hace dos años Albertí dirigía a Homar en la espectral Terra de ningú, una pieza de Harold Pinter en la que el actor hacía inolvidable un poeta venido a menos que servía cañas para ganar algún dinero. Ahora regresan con un equipo enorme –14 actores, 13 de ellos hombres, entre los cuáles Joel Joan, Manel Barceló, Pep Cruz, Rubèn de Eguia, Roger Casamajor, Albert Prat y Joan Negrié– para afrontar un clásico de inicios del XX: El professor Bernhardi, de Arthur Schnitzler, que se estrena mañana en la Sala Gran del TNC. Una pieza sobre ciencia, antisemitismo y política. Una obra que, dice Albertí, cuando Nietzsche ha anunciado al mundo que Dios ha muerto porque los hombres ya no lo necesitan, se plantea la articulación de los preceptos éticos, ideológicos y estéticos de esa nueva sociedad.
La historia –que, tras ser muy re- cortada por Lluïsa Cunillé, supondrá tres horas de función, intermedio incluido– es simple: Bernhardi, médico judío en un hospital de Viena, se opone a que un sacerdote entre a dar la extremaunción a una joven que tiene una terrible infección por un aborto clandestino. Le han aplicado una inyección y está eufórica, pensando que saldrá de allí, pero no tiene remedio. El médico no quiere que el sacerdote le haga pasar los últimos momentos en estado de miedo. De hecho, fallecerá mientras ambos discuten, pero en pánico, sabiendo que iba a recibir el últi- mo sacramento. Será el inicio de una pesadilla para Bernhardi en la que se mezclan el antisemitismo, los intereses personales, la ciencia y el poder, y que conducirán al profesor a la prisión: le ofrecen retirar los cargos a cambio de apoyar a un médico cristiano en vez de a uno judío como nuevo cargo de la clínica. Se niega. Y lo paga. De hecho, para Albertí el personaje de Homar es una figura “neocristológica”, un Cristo. Para Pep Cruz, la obra podría titularse “pasión, muerte y resurrección del profesor Bernhardi, están todos los personajes de la pasión”. Incluso un Darth Vader, como define a su personaje Joel Joan, un protonazi que utiliza la ideología para sus ambiciones personales.
Schnitzler (1862-1931), neurólogo, escritor y dramaturgo del que Kubrick adaptó al cine uno de sus relatos en Eyes wide shut, fue uno de los grandes narradores de la brillante época terminal del imperio austrohúngaro. De ese tiempo en el que por Viena pululaban Freud, Zweig, Klimt, Mahler, Schiele y tantos otros, pero también eran notables los protonazis antisemitas que hacen la vida muy difícil a Bernhardi. Justamente Albertí recuerda que la obra es autobiográfica: Schnitzler quiere hacer justicia a la memoria de su padre, quien, también médico, sintió que debido al ambiente antisemita de la época no había defendido lo suficiente a un trabajador judío de su clínica acusado de irregularidades. Sintió que había fallado.
Para el director, que ha ambientado la obra en la actualidad aunque con algunos anacronismos, es un momento excepcional para montar El professor Bernhardi porque “no sólo nos habla del debate entre ciencia y religión, sino de cosas más profundas”. “Habla de la necesidad de saber desde dónde articulamos los comportamientos ideológicos contemporáneos. Ahora que salen nuevas propuestas bajo nuevas marcas en el supermercado, cada vez sabemos menos desde dónde construimos la ideología. Schnitzler presenta una reflexión como pocos textos. Sobre por qué somos como somos, por qué pensamos como pensamos”. Para Homar, “no es un texto sencillo, es de gran densidad y complejidad, pero acompañadas de enorme teatralidad y una riqueza increíble”. Y añade que le vuelve loco realizar un trabajo que consiste en dar vida a esta figura de la que “aprendo y me limpia”. Para concluir, feliz, que “la complejidad del texto la hemos disfrutado como vacas y esta obra querría representarla no un mes, sino un año”.
De los 14 intérpretes, 13 son hombres, entre ellos Joel Joan, Pep Cruz, Manel Barceló y Joan Negrié