‘La magia del orden’ da la sorpresa de Sant Jordi
El ensayo más vendido de Sant Jordi es un manual escrito por una japonesa sobre cómo ordenar la casa
Los lectores de Sant Jordi pueden estar equivocados, o no, pero lo que es seguro es que marcan tendencia. El libro de no ficción que más personas se llevaron a casa, según la lista que ha facilitado el Gremi d’Editors de Catalunya, es La magia del orden (Aguilar/Ara Llibres), escrito por una japonesa residente en Nueva York llamada Marie Kondo, de 33 años, quien, con unos sencillos y singulares consejos sobre cómo mantener la casa ordenada, lleva cinco millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Aquí, desde el mes de septiembre, fecha de su publicación, ha colocado 50.000 en castellano y 20.000 en catalán, según sus editoriales. ¿Qué hay detrás de este fenómeno?
Pablo Álvarez, el editor de Aguilar, afirma: “Llevo treinta años en el mundo editorial, he visto, y hecho, muchos títulos de autoayuda y nunca había visto un libro que relacionara el orden en tu casa con tu vida, que dijera que si tienes las cosas ordenadas y eliminas muchas de ellas, te vas a sentir más seguro, motivado y con confianza para conseguir tus aspiraciones. Que ser ordenado tiene efectos positivos en tus relaciones afectivas, tu físico, tu cuenta corriente... Esa es la novedad, que, por otro lado, es de una lógica aplastante. Otra clave es que Kondo cuenta experiencias personales, se implica y eso gusta. Me di cuenta del alcance cuando regalé el libro a unas editoras de sellos más literarios del grupo (Penguin Random House), que teóricamente no eran el grupo objetivo de público, y volvieron entusiasmadas diciendo que les había cambiado la vida. No es solo un método para aprender a doblar los calcetines, aunque también lo cuenta” (de hecho, dice que no hagamos una pelota con ellos porque, como le señaló a una clienta, “¿tú crees que pueden descansar así?”).
La regla básica del método es quedarse sólo con aquellas cosas que provocan alegría. ¿No es demasiado radical? “Nosotros mismos nos morimos y desaparecemos –responde Álvarez–, hay que acabar con esa muñeca de hace veinte años que nos regaló alguien a quien ya no vemos. Espiritualmente eso tiene un efecto, ayuda a limpiar los daños de un desamor. Hay objetos que son obstáculos que nos ponemos. No todos los libros nos han hecho felices o hemos tenido la sensación de aprender con ellos: dice que cojas el libro, te lo pongas en el pecho, pienses si te ha hecho feliz y, si no, lo regales. A los occidentales nos suena un poquito estrambótico pero hay mucho sentido común, lógica... y sobre todo eficacia”.
Más allá de los múltiples imitadores que ya están surgiendo, en octubre Aguilar y Ara publicarán la traducción de Spark joy (algo así como La chispa de la alegría), que “trata de la consecuencia del orden, la alegría que se genera después”.
El escritor Albert Forns, que ha ganado el premio Anagrama con su novela Jambalaia, conoce la obra de Kondo y opina que “no deja de ser una paradoja que vendan tantos ejemplares de un libro que invita a desprendernos de objetos. Su filosofía tiene alguna cosa de antisistema, en esencia estaría próximo al decrecimiento, porque el método consiste en hacer montañas de todo, por temas: ropa, libros, fotos, discos, figuritas, juguetes... e ir tirándolos. El mensaje es que la felicidad no se puede asociar a los bienes”.
Sin embargo, Forns cree que la ceremonia de despedida de los objetos que se tiran “acaba siendo un poco esotérica, con toda esa cosa oriental de agarrar los objetos y, si notas que desprenden energía positiva, te los quedas y, si no, a la basura. Es un programa
de desprendimiento a la japonesa, si uno lo aplica a rajatabla se queda con una décima parte de los trastos que tiene en casa”. La propia Kondo precisa: “La media de objetos desechados de mis clientes solteros es de 20 a 30 bolsas (de 45 litros), y en una familia de tres miembros serían unas 70 bolsas”. Luego, eso sí, lo que ha quedado debe organizarse según su método de optimización del espacio, que incluye doblar la ropa en vertical, y no en horizontal, como hacemos la mayoría.
Pero, para Forns, “lo más interesante es el personaje de Kondo, esta super-coach mundial del orden, asesora de millonarios, que empezó a los 10 años colándose en la habitación de su hermano para ordenarla, que a los 12 se compraba todas las revistas de moda e interiorismo del Japón… Lo que ves es una niña un poco chiflada que, en vez de jugar, se dedicaba a ordenar”. Algunos críticos, de hecho, la han acusado de sufrir los síntomas del síndrome anancástico, un tipo de trastorno obsesivo. Poco importa eso a sus fans, que la ven, en una “metáfora feliz –prosigue Forns– como la Mary Poppins contemporánea, capaz de ordenarlo todo con un chasquido de dedos”. Eso sí: pocos llegan hasta el final, “la gente que conozco se ha limitado a tirar un poco de ropa y alguna cosilla, no culminan el proceso porque eso implicaría desprenderse de gran parte de los recuerdos personales, muy íntimos”.
La interiorista Anna Vallmitjana, sin entrar a analizar el libro, apunta que las soluciones para ordenar “deben decidirse en función del lugar y las personas que viven en él, nosotros intentamos antes captar cómo es cada cliente. Por ejemplo, convirtiendo las casas en más flexibles, para que se adapten a las diferentes necesidades de cada etapa familiar”. Eso sí, “cada vez más, la gente se da cuenta de que, a mayor orden, mayor agilidad vital porque desaparecen muchas cosas en las que ya no hay que pensar” y “la tendencia es ir hacia interiores menos cargados, eliminar cosas superfluas, y utilizar materiales más prácticos”. Antes, “si había mucho espacio, se ponían cosas en él, ahora no, se simplifica al máximo”. Sobre los orientalismos y energías diversas, afirma que “yo acepto todo aquello que está respaldado por un argumento, pero no comulgo con las explicaciones irracionales”.