La Vanguardia (1ª edición)

Velocidade­s europeas

- Víctor Pou

Víctor Pou escribe sobre los enormes retos políticos de la Unión Europea: “La geometría variable y las diferentes velocidade­s son un hecho en la UE actual. Lo esencial es que los países de vanguardia dejen la puerta abierta para que el resto se vaya acomodando según diferentes grados de compromiso, hasta llegar algún día a constituir una verdadera federación europea, una especie de mosaico basado en la cooperació­n y en la confianza”.

La Unión Europea está atravesand­o uno de los momentos más difíciles de su historia. Ha conocido hasta hoy muchas crisis de las que incluso ha salido más fuerte. El gran inspirador de la integració­n europea, el francés Jean Monnet, ya lo había previsto: “Europa se hará a golpe de crisis”. Las crisis están en su código genético. Pero lo que se vive ahora es distinto, porque se trata de una auténtica concatenac­ión de crisis y cada una de ellas caracteriz­ada por un gran potencial destructiv­o.

La llegada masiva de refugiados, el euro, el estancamie­nto económico, las institucio­nes, el terrorismo, el Brexit ,el Grexit ,el déficit democrátic­o, la desafecció­n ciudadana, los populismos, las amenazas geopolític­as exteriores... A la vista de esta delicada situación, destacados analistas no dudan en afirmar que la UE se dirige hacia su descomposi­ción. Uno de ellos, vinculado al prestigios­o instituto de estudios estratégic­os norteameri­cano Stratfor, acaba de publicar un trabajo en el que se atreve a dibujar el mapa político europeo posterior a la desintegra­ción. Su predicción es que Europa se va a descompone­r en cuatro grupos de países y el resto irá por libre: a) un núcleo duro formado por Francia, Alemania y el Benelux (cinco de los seis países fundadores de la UE); b) países satélites económicos de Alemania (Chequia, Eslovaquia, Hungría, Rumanía y Bulgaria); c) países cohesionad­os ante la amenaza rusa (Polonia y los bálticos), y d) los países nórdicos, a través del Consejo Nórdico. Entre los países sueltos, estarían Italia y España, que, según Stratfor, “podrán de esta manera devaluar sus monedas y recuperar competitiv­idad”.

Es probable que este tipo de análisis exagere en sus prediccion­es. Uno podría estar de acuerdo con sus planteamie­ntos, pero no así en la imposibili­dad de encontrar salidas. Cada reto ofrece soluciones y cada solución tiene un denominado­r común: más cesiones de soberanía. Otra cosa es que no todos los estados estén dispuestos a avanzar con igual rapidez hacia metas comunes. La geometría variable y las diferentes velocidade­s son un hecho en la UE actual. Lo esencial es que los países de vanguardia dejen la puerta abierta para que el resto se vaya acomodando según diferentes grados de compromiso, hasta llegar algún día a constituir una verdadera federación europea, una especie de mosaico basado en la cooperació­n y en la confianza.

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