Rafael Correa
PRESIDENTE DE ECUADOR
Rafael Correa protagonizó un lamentable episodio cuando, en la visita a un lugar afectado por el seísmo, se encaró con quienes protestaban por la falta de alimentos y amenazó con detenerlos. El vídeo echa humo en internet.
Intentar obtener réditos políticos de una catástrofe no acostumbra a funcionar. Más bien puede convertirse en un bumerán. En otros terremotos latinoamericanos sucedió lo mismo, y el de Ecuador no ha sido excepción, como ha comprobado el presidente Rafael Correa, que antes del temblor ya no tenía el gran apoyo que le llevó al cargo en el 2007 con su Revolución Ciudadana.
El mandatario izquierdista dejó ver el autoritarismo del que le acusan sus opositores durante una visita a la zona siniestrada. Aunque luego trató de minimizar los hechos y culpó a los medios de manipulación, un vídeo muestra claramente la actitud desbordada de Correa, amenazando con detener a un grupo de personas que protestaba por la falta de agua y comida.
“A ver señores, estamos en emergencia nacional, aquí nadie me pierde la calma, nadie grita o lo mando detenido, sea joven, viejo, hombre o mujer. Nadie me empieza a llorar, ni a quejárseme por cuestiones que falten, a no ser que sean seres queridos que hayan perdido. Ya viene el agua, no hay problema. Queremos decirle al tanquero, hay tres buques que vienen con miles de galones. Ya vienen también los víveres; tampoco hay problema en eso”. Las imágenes de Correa, con gafas de sol y moviendo la mano en actitud amenazante hacia un grupo de habitantes de la ciudad de Esmeraldas, fueron grabadas el jueves pasado y se viralizaron rápidamente en las redes sociales.
Dos días más tarde, el presidente no sólo no pidió disculpas, sino que culpó, como es habitual, a los medios opositores con los que está enfrentado. Correa alega que, tras decir las palabras que se oyen en la grabación, la gente le aplaudió, como ciertamente se escucha tímidamente al final del vídeo. Sin embargo la amenaza de detención es clara.
Durante su programa televisivo semanal del sábado –conocido popularmente como “sabatinas”–, Correa indicó que la filmación sólo busca perjudicarle. “Por hacerme mal, hay un vídeo dizque ordenando a los pobres damnificados que se callen o los detengo; y cortan el video porque después la gente aplaude”, dice el mandatario.
Se trata de la segunda gran polémica de Correa desde el seísmo. La primera fue cuando anunció una subida de impuestos temporal para paliar las pérdidas económicas de la catástrofe. Muchos reaccionaron en las redes sociales exigiendo
“Aquí nadie me pierde la calma, nadie grita o lo mando detenido, sea joven, viejo, hombre o mujer”
mayor austeridad al presidente y sugiriéndole que antes de aumentar los tributos suprimiera, por ejemplo, las “sabatinas”.
Correa comenzó su gestión hace nueve años con un 73% de aprobación. Ha ido cayendo y ronda el 40%. No obstante, en el último año las protestas opositoras arreciaron –precisamente a partir de otra subida impositiva– y la desaceleración económica que, según el FMI, se traducirá este año en una caída del PIB del 4,5%, no hacen prever que la imagen de Correa mejore.
El seísmo no parece que ayude al líder ecuatoriano, que desde el temblor ha multiplicado su presencia en las zonas destruidas. Ha reiterado que no se presentará a las presidenciales del año que viene, aunque finalmente se lleve a cabo la consulta que promueven sus partidarios para modificar un artículo de la Constitución que impide su reelección.
Las últimas cifras oficiales del seísmo del 16 de abril, de 7,8 grados y que causó estragos mayoritariamente en la región costera de Manabí, señalan que hay 655 muertos y 48 personas permanecen desaparecidas. En estos diez días, en que se produjeron cerca de un millar de réplicas, fueron atendidos casi 18.000 heridos, de los cuales 113 fueron rescatados con vida de los escombros, y más de 29.000 damnificados permanecen alojados en albergues.