El enemigo común
El mayor donante republicano se plantea apoyar a Clinton en las presidenciales
Los candidatos republicanos Ted Cruz y John Kasich se alían para tratar de arrebatar la nominación como candidato conservador a la presidencia de Estados Unido al magnate Donald Trump.
Hasta los más eruditos conocedores de la historia del Grand Old Party, tal como se llama de verdad el Partido Republicano (GOP), admiten que la presente carrera por la nominación del candidato conservador a la presidencia de Estados Unidos es la más insólita de cuantas se han vivido hasta ahora. Y cada día pasan cosas nuevas nunca vistas o con escasos precedentes. Y todo porque el magnate Donald Trump está siendo capaz de seducir y movilizar a su favor a las bases del partido en la misma medida en que asusta con sus bravatas al establishment conservador y al electorado centrista.
Hay un dato claro. Trump va a ganar las primarias. O, mejor dicho, será el aspirante que conseguirá más delegados para la convención. Ya va muy por delante y los sondeos vaticinan cinco victorias seguidas del magnate mañana en un mini-supertuesday con primarias en Connecticut, Pensilvania, Maryland, Delaware y Rhode Island.
Ted Cruz y John Kasich, sus dos contrincantes en liza, saben que van a perder. No tienen ninguna posibilidad de superar al millonario candidato de Nueva York, así que han establecido una alianza de perdedores, para conseguir al menos que Trump no consiga los 1.237 delegados que le otorgarían automáticamente la nominación. Eso llevaría a una convención abierta en la que cada cual aspiraría a aglutinar el voto anti-Trump, lo que garantiza una batalla campal a tres bandas política y mediáticamente apasionante.
El pacto consiste en no hacerse la competencia en tres estados, Indiana, Oregón y Nuevo México. En Indiana, Kasich renunciará para que Cruz logre superar a Trump. A cambio, Cruz renunciará en Oregón y Nuevo México para que Kasich haga lo propio. Se trata de arañar delegado a delegado no para ganar ellos sino para que la victoria del adversario común no sea definitiva.
La reacción de Trump no tardó en aparecer: “Ese tipo de acuerdos son ilegales en el mundo de los negocios. Es triste que dos políticos experimentados tengan que actuar en connivencia contra una persona que sólo lleva diez meses en la política, lo que demuestra su debilidad y su desesperación”, declaró.
Ciertamente, la alianza de Cruz y Kasich es lo que se denomina un “pacto contra natura”. No tienen nada en común más que su adversario. Cruz es un senador caracterizado por su fanatismo, que busca el apoyo de lobbies religiosos y ultraconservadores con propuestas xenófobas y belicistas bastante más radicales que las de la extrema derecha europea. En cambio Kasich es todo lo contrario. Como gobernador de Ohio ha implementado en su territorio la reforma sanitaria de Obama y plantea soluciones inclusivas para los inmigrantes. Hasta hace apenas unas horas se devoraban entre sí, con especial ensañamiento por parte de Ted Cruz, que ha tratado sistemáticamente a Kasich como un estorbo.
El gobernador de Ohio se mantiene en la carrera con menos delegados que Marco Rubio, sólo ha ganado en un estado, pero ya ha dejado claro que confía en una convención abierta por dos motivos: porque el sanedrín republicano rechaza por igual a Trump y a Cruz y porque siempre podrá argumentar que los sondeos sólo a él le otorgan una clara victoria sobre Hillary Clinton.
Es probable que también confíe en la influencia de los grandes donantes republicanos que detestan a Trump pero que también abominan de Cruz, por lo que dicen y porque en los sondeos aparecen como candidatos perdedores. Charles Koch, magnate de la industria petrolífera, que junto con su hermano David, anunció que invertiría en donaciones a los candidatos republicanos 900 millones de dólares, declaró este fin de semana que se están planteando apoyar a Hillary Clinton porque no están de acuerdo con lo que proponen los republicanos. “Antes de apoyar –a Trump o a Cruz– necesitaríamos garantías de que sus acciones serán muy diferentes a la retórica que hemos escuchado hasta ahora”, señaló.
Sobre todo los hermanos Koch rechazan el discurso antimusulmán de Trump y los bombardeos alfombra que pretende llevar a cabo Cruz en Siria. “Esto no es la Alemania nazi”, declaró Koch a la cadena ABC. Hillary Clinton tuvo que desmarcarse del apoyo de los Koch, porque alimenta el discurso de su rival Sanders contra el dominio de la política por los millonarios.
Los aspirantes con la derrota asegurada intentan amarrar una convención abierta que tumbe al magnate