La unión hace la fuerza
La exhortación de Barack Obama a la unidad y la fortaleza de Europa; y las dificultades de Ada Colau para aprobar el presupuesto municipal.
ESTADOS Unidos y el mundo entero necesitan una Europa fuerte, próspera, democrática y unida. Y quizás necesitan a alguien de fuera, a alguien que no sea europeo, para recordarles la magnitud de lo que han conseguido”, exhortó ayer a sus socios europeos el presidente Barack Obama en la ciudad alemana de Hannover.
La gira del presidente de Estados Unidos por Europa –tres jornadas en el Reino Unido y dos en Alemania– tiene algo de terapéutica –también de misión comercial y militar–. Obama prodiga ánimos a la Unión Europea, en plena crisis de identidad, con una calidez inusual en estos meses tormentosos en los que abundan las noticias inquietantes sobre el pulso del Viejo Continente (la última, el domingo: clara victoria del ultraderechista Norbert Hofer en la primera vuelta de las elecciones a la presidencia de Austria, marcadas por el voto de castigo a los partidos tradicionales).
La advertencia a los británicos sobre los riesgos del Brexit, los elogios al liderazgo de la canciller Merkel o las palabras de ánimo a la Unión Europea del presidente Obama son algo más que cortesía. Europa se necesita a sí misma, pero también el mundo necesita de Europa, no como la actual –replegada, temerosa y desbordada–, sino la Europa que se veía con ánimo de influir en los países del Este, las dos riberas del Mediterráneo y Oriente Próximo, zonas donde la política exterior europea roza ahora la irrelevancia.
Los elogios de Obama a la acogida de refugiados adoptada por la canciller Merkel tienen algo de llamada a la responsabilidad al resto de los estados miembros de la Unión Europea. El liderazgo alemán es un cuchillo de doble filo: mantiene el pabellón europeo alto en coyunturas críticas pero está fomentando una cierta pasividad de otros socios miembros, acuciados por sus problemas internos, con el consiguiente riesgo de que se desentiendan de la gobernabilidad colectiva.
La guerra contra el Estado Islámico (EI) exige también una Europa mejor coordinada, recordó Barack Obama. Y con mayor capacidad de acción, codo a codo con Washington, que apuesta por hacerlo en el seno de la Alianza Atlántica. En este plano, el discurso del amigo americano ha sido crítico con Europa, a la que reprocha haber vivido en tiempos recientes demasiado satisfecha de sí misma y de contribuir a la OTAN por debajo de sus posibilidades. En concreto, Obama insta a que todos los miembros de la Alianza Atlántica alcancen un gasto en defensa del orden del 2% del PIB (una mala noticia para España, en los países de cola de Europa con un porcentaje del 0,9%).
Por último, Barack Obama ha tratado de superar las reticencias de sus socios europeos en lo que respecta a la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (más conocida por sus siglas en inglés, TTIP), un tratado comercial entre Estados Unidos y la UE, aunque el tiempo corre deprisa y en noviembre hay elecciones presidenciales en Estados Unidos.
La agenda internacional del 2016 parece condicionada por el ralentí europeo, lo que preocupa a Washington y explica el tono de aliento y elogio de Barack Obama a lo largo de este periplo europeo (ayer compartió reunión con Merkel, Hollande, Renzi y Cameron). La llegada multitudinaria de inmigrantes a lo largo del 2015 ha desarbolado a Europa y de esa inacción está saliendo una cantera de votos para los populismos y muy poca coordinación interna.