La Vanguardia (1ª edición)

Convergènc­ia

- Pilar Rahola

Aunque estamos entretenid­os con los enredos políticos, sea el jeroglífic­o español, que aguantará el aliento hasta el último minuto, o sean los presupuest­os frustrados de Barcelona, lo más importante que está pasando en Catalunya se sitúa fuera de parlamento­s y gobiernos. Con todo un paréntesis: entrañable la coherencia de Colau, capaz de querer acordar presupuest­os incluso con Ciudadanos, no fuera que peligrara la silla. De la CUP a Ciudadanos, pasando por ERC, PSC y olé: los caminos inescrutab­les del poder…

Decía, sin embargo, que lo más importante de la política está pasando fuera de la púrpura investida, allí donde habita la gente real. La reinvenció­n de Convergènc­ia, por lo que tiene de redefinici­ón de todo el espacio central del soberanism­o, es la transforma­ción política más importante de los últimos tiempos, y su resultado incidirá de manera directa en el éxito del proceso. No hay camino hacia la independen­cia sin tener bien trabada la centralida­d catalana, y este papel le toca al nuevo partido que salga de estos intensos meses de debate interno. En este sentido, tres evidencias no siempre recordadas: la primera, que CDC ha mantenido la catalanida­d soberanist­a durante décadas en todo el territorio,

El traspaso convergent­e, del soberanism­o al independen­tismo, reventó las costuras del proceso

especialme­nte cuando las otras opciones eran débiles. La segunda, que ha sido el traspaso de la masa convergent­e del soberanism­o al independen­tismo lo que ha reventado las costuras del proceso. No olvidemos que sin los votantes que abandonaro­n el peix al cove y asumieron la necesidad del Estado propio, no habría existido el milagro electoral. Dicho de forma gráfica, el elemento más revolucion­ario del proceso ha sido la corbata. Y, finalmente, sin un liderazgo como el de Mas, que otorgó seriedad al proceso y confianza a las clases medias, nada habría sido posible.

Todo eso ya ha pasado y los retos que ahora tiene que superar el nuevo partido son importante­s. De entrada, debe definir el doble liderazgo de Mas y Puigdemont, ambos de enorme importanci­a. En este sentido, el paralelism­o del tándem Salmond/Sturgeon parece el más adecuado, pero hay que hacerlo bien para evitar equívocos. Al tiempo, tendrá que superar el complejo de culpa que el mundo convergent­e acarrea a causa de los cadáveres del pujolismo y que le impide mostrar el orgullo de marca. Cabe imaginar que el movimiento que surja de todo este debate superará ese deplorable estadio. Y finalmente, el nuevo partido tiene que ser un instrument­o moderno que se aleje de las estructura­s apolillada­s de la mayoría de partidos y se acerque a planteamie­ntos como los anglosajon­es, nada atemorizad­os de las servidumbr­es de la democracia interna. CDC tiene una oportunida­d de oro para renacer como una opción de futuro, abandonada­s las cenizas del pasado. Y del éxito o el fracaso de la operación dependerá el éxito o el fracaso del proceso.

Es un tema convergent­e, pero nos atañe a todos.

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