La Vanguardia (1ª edición)

Voto de castigo

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El voto de castigo es una práctica que acostumbra a atribuirse a los electores para manifestar su disconform­idad con la actuación de algún partido o de algún candidato. El destinatar­io del castigo ve como se le niega el voto que, en otras circunstan­cias, previsible­mente, le habría estado confiado. Pues bien, ahora y aquí, el voto de castigo tendrá una dirección contraria: ¡los partidos castigarán a los electores obligándol­os a ir a votar una vez más por no haberlo hecho la vez anterior en la dirección que a los políticos les hubiera convenido!

Así, los responsabl­es del desacuerdo que puede llevar a la convocator­ia de unas nuevas elecciones no son los políticos encargados de intentarlo, sino los electores que con su voto libre y reflexivo lo habrían provocado. ¡Ahora se les invita a “hacerlo bien”, a “no equivocars­e” y a ver si así aprenden a votar como es debido! Realmente, ¡no vamos bien!

El desacuerdo que se pretende corregir con unas nuevas elecciones tiene como fundamento la negación de la libertad de voto por parte de los electores. Se pretende negar la representa­tividad de unos u otros y sólo se reconoce la de los electores propios. Estos son los únicos que han de ser tenidos en cuenta a la hora de intentar llegar a un acuerdo. ¡El elector que vota diferente de lo que a una fuerza política le conviene o interesa se ha equivocado, hay que reñirlo y obligarlo a volver a hacer los deberes! En una segunda votación, ¡que se fije más! ¡No vamos bien!

¿Y si ahora los castigados vuelven a decir lo mismo? ¿Qué pasaría? En democracia, si no hay base para llegar a un acuerdo de gobierno, ha de examinarse y contemplar la posibilida­d de que alguien pueda gobernar desde una actitud de respeto institucio­nal. O gobernar o dejar gobernar. Pero hay que agotarlo todo antes de trasladar la responsabi­lidad

El elector que vota diferente de lo que a una fuerza política le conviene se ha equivocado, hay que reñirle

de la decisión a los electores, cuando estos ya han expresado en libertad su voto. Los electores, todos ellos, tienen derecho a ser respetados en su libertad.

Volvamos a votar. ¿Para decir lo que queremos o lo que conviene a los que han de traducir el resultado electoral en acción de gobierno? ¿Se nos está diciendo que si votamos como queremos seguiremos bloqueados? ¡Realmente, estas nuevas elecciones tienen un claro regusto de voto de castigo!

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