La Vanguardia (1ª edición)

Pisar el ‘fair play’

Simeone, como Bilardo o Mourinho, se pasa al lado oscuro para sacar provecho

- CARLES RUIPÉREZ Barcelona

El Cholo Simeone recogió al Atlético después de que cayese eliminado de la Copa por el Albacete. Desde diciembre del 2011 el técnico ha llevado a los colchonero­s a ganar cinco títulos, se quedó a un minuto de la Champions del 2014 y mañana buscará contra el Bayern clasificar­se de nuevo para la final de la máxima competició­n, además de ir empatado con el Barça en la cabeza de la Liga. Pero el cholismo tiene su reverso oculto.

Simeone no duda en pasarse al lado oscuro si con ello puede sacar provecho y ganar. Nada nuevo en la oficina. Como jugador ya provocó a Romário y Beckham hasta que estos se revolviero­n y se ganaron la roja. Por la trampa de los dos balones contra el Málaga se arriesga a no estar en el banquillo del Atlético en ninguna de las tres jornadas que faltan. No será su primer castigo como técnico ni el más grande. El Cholo ya fue sancionado con ocho partidos –cuatro de Liga y cuatro de Supercopa– por propinar dos collejas al cuarto árbitro, que no dejaba saltar al campo a Juanfran. Como mínimo, Simeone no entró él mismo en el terreno de juego para despejar el balón. Eso le costó diez partidos a Enrique Martín, actual preparador del Osasuna, cuando entrenaba al Leganés en 1999.

El Cholo no puede negar que pertenece a la escuela bilardista. No en vano, Carlos Bilardo le entrenó cuando tenía 15 años. “Me enseñó que la camiseta no se intercambi­a con el rival, porque la mía vale más que la suya”, explica Simeone. Ese es el concepto de fair play del Narigón.

A nadie le puede extrañar porque Bilardo se hizo futbolista en el Estudiante­s de Zubeldía, quizás el equipo más temible entre los malos malotes. En 1969, tres de sus futbolista­s (el portero Poletti y los defensas Aguirre Suárez y Manera) pasaron un mes en la cárcel por su violencia en la final de la Copa Interconti­nental contra el Milan.

Al frente de la selección albicelest­e, Bilardo fue campeón del mundo en 1986 –el de la mano de Dios de Maradona– y en el Mundial de 1990 provocó el incidente del agua con somnífero que mareó a Branco. En un pausa para atender a un jugador argentino, el brasileño quiso refrescars­e y el albicelest­e Giusti le pasó un botellín verde, que también cogió Burruchaga pero sin llegar a beber. Branco se encontró mal el resto del partido y Argentina pasó a cuartos. Bilardo tenía fijación con el agua. Con el Sevilla, le gritó al masajista: “Los rojos son los nuestros. Al enemigo, ni agua. Pisalo, pisalo”. Su pecado, dar de beber a un rival.

Tretas antideport­ivas con alevosía hay muchas. Desde no cortar el césped desde el lunes hasta el domingo, como David Vidal con el Logroñés para recibir en Las Gaunas al dream team de Cruyff –le salió bien (2-2)–, hasta convertir el campo en una playa de charcos como Mourinho con el Chelsea para jugar contra el Barça de Rijkaard el día de la expulsión de Del Horno por cazar a Messi –el 1-2 hizo justicia–. El año pasado en México, las Chivas tuvieron que cambiarse en el autobús porque en Veracruz habían apagado el aire acondicion­ado. Y Mou sobrepasó todos los límites cuando le introdujo el dedo en el ojo al malogrado Tito Vilanova y después lo negó todo en rueda de prensa. “No conozco a ningún Pito”. Pero las cámaras le habían pillado in fraganti. Como ahora a Simeone.

EL AGUA CON SOMNÍFERO A BRANCO En el Mundial de 1990 los argentinos pasaron un botellín a los brasileños, que se marearon

 ?? VÍCTOR LERENA / EFE ?? Mateu Lahoz habla con Simeone para expulsarlo como máximo responsabl­e al no identifica­rse el lanzador de la segunda pelota
VÍCTOR LERENA / EFE Mateu Lahoz habla con Simeone para expulsarlo como máximo responsabl­e al no identifica­rse el lanzador de la segunda pelota

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