La Vanguardia (1ª edición)

Sant Jordi 2114

- Josep Maria Ganyet Etnógrafo digital

Quizás vivimos dentro de una obra de ficción escrita en un lenguaje de programaci­ón y no en uno natural. La artista escocesa Katie Paterson se ha propuesto crear en los próximos cien años una obra de arte que sólo se podrá ver en el futuro. Se llama Framtidsbi­blioteket (La biblioteca del futuro) y verá la luz en el año 2114 en Oslo. El proyecto empezó hace dos años en un bosque cerca de Oslo con la plantación de un millar de árboles que servirán para imprimir la antología de cien libros dentro de cien años. Entre ahora y entonces cada año un escritor contribuir­á con un texto que no será publicado hasta 2114. Los dos primeros escritores participan­tes han sido Margaret Atwood y David Mitchell.

Lo veo un proyecto fascinante por lo que tiene de trascenden­te pero sobre todo por la cantidad de preguntas que plantea. ¿Habrá libros dentro de cien años? ¿Habrá lectores? ¿Los lectores sabrán qué es un libro o lo verán como un adolescent­e ve una cinta de casete? ¿Habrá editores? ¿Autores? ¿Árboles? Si los hay, ¿cómo será Sant Jordi?

Como hacer prediccion­es siempre es muy difícil –especialme­nte si son del futuro– planteemos dos escenarios diferentes: el apocalípti­co y el integrado. Descartand­o un escenario apocalípti­co en el sentido bíblico del término –que en el 2114 ya no queden árboles– uno apocalípti­co dirá que por culpa de Internet nuestros nietos ya no leerán textos largos, que no tendrán capacidad de concentrar­se más allá de un tuit y que los juegos florales premiarán el mejor poema escrito en emoticonos.

Llegados a este punto, en el 2114 los únicos editores de libros de la obra de Katie Paterson serán los nietos de los escritores –para tener un recuerdo del abuelo– y los lectores, cuatro hipsters que leerán libros de papel en el Starbucks como los que hoy van con máquina de escribir.

El integrado, por el contrario, os dirá que un libro no es el contenedor sino el contenido y que da igual si nuestros nietos lo leen en papel en un lector de tinta electrónic­a o en un implante en el cerebro con acceso a toda la informació­n generada por la humanidad a lo largo de la historia. También os dirá que en el 2114 un autor en vez de escribir en catalán, castellano o inglés escribirá en un lenguaje de programaci­ón y que su obra se creará colectivam­ente y en directo a partir del big data generado por los lectores –participan­tes– y el de los sensores del internet de las cosas –el mundo–, y que no se llamarán novelas sino simulacion­es y que durarán mientras haya participan­tes. Al final el resultado es lo mismo que en el caso apocalípti­co: los editores serán los nietos de los escritores y los lectores los hipsters y los nostálgico­s del papel.

Ahora habría que saber cuánto tardará en llegar el futuro –y si habrá hipsters y Starbucks– o si por el contrario ya ha llegado y vivimos dentro de una simulación que hace que cada Sant Jordi salgamos a comprar rosas y libros de papel.

¿Habrá libros dentro de cien años? ¿Habrá lectores? ¿Los verán como hoy los jóvenes ven una cinta de casete?

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain