La Vanguardia (1ª edición)

El fracaso de los partidos aboca a una inédita repetición electoral

oeEl Rey culmina la tercera ronda de contactos sin que ningún candidato tenga los apoyos oeUn intento final de Compromís cae en saco roto por el no de Ciudadanos y Podemos oeLos líderes abren ya la campaña con acusacione­s mutuas de bloqueo institucio­nal

- Enric Juliana Madrid

Durante unas horas pareció que el milagro era posible a partir de una propuesta de Compromís. Pero el PSOE se negó a romper con C’s y estos y Podemos rechazaron la iniciativa. Las elecciones serán el 26 de junio.

En la sociedad valenciana son importante­s los latidos de la autoestima. Hay, en este tiempo, un deseo profundo de sacarse de encima el estigma de la corrupción. No ser motivo de escarnio en el resto de España. Recuperar el orgullo. En la Comunidad Valenciana ganará el partido qué más haga en favor de la respetabil­idad. Hay que tener muy presente este dato para acabar de entender el movimiento táctico de última hora protagoniz­ado ayer la coalición valenciani­sta Compromís.

Los cuatro diputados de la corriente política hoy más dinámica en tierras valenciana­s plantaron una falla enfáticame­nte titulada El acuerdo del Prado. Su portavoz, Joan Baldoví, fue a ver al Rey con una propuesta de 30 puntos para la formación de un gobierno de

Los valenciani­stas presentan una propuesta para un gobierno de izquierda El PSOE se niega a romper con C’s y Podemos mantiene su exigencia

izquierdas. Suyo fue el protagonis­mo de la jornada. Política a la valenciana. “Gobierno a la valenciana”, según la consigna de Pablo Iglesias.

La iniciativa fue de Baldoví, exalcalde de Sueca, vivaz parlamenta­rio y miembro del menestral Bloc Nacionalis­ta Valencià, uno de los dos partidos integrante­s de Compromís. (En sus inicios, el Bloc mantuvo muy buenas relaciones con Convergènc­ia Democràtic­a de Catalunya). Mónica Oltra, vicepresid­enta de la Generalita­t valenciana y principal figura pública de la coalición, fue informada el lunes por la mañana. (Oltra pertenece a Iniciativa pel País Valencià, un grupo ubicado más a la izquierda que el Bloc, con excelentes relaciones con Podemos).

Durante unas horas, la propuesta valenciana parecía desmentir la crónica de una muerte anunciada. Parecía intuirse un acuerdo de última hora, a la catalana manera. Las especulaci­ones se dispararon con rapidez. El grupo dirigente del PSOE se reunió de urgencia y emitió un comunicado astuto: aceptaba 28 de los 30 puntos de los valenciano­s, ofrecía un gobierno sin participac­ión directa de Podemos, Izquierda Unida y Compromís, pero con algunos ministros independie­ntes que fuesen del agrado de estos partidos, y se negaba a romper el acuerdo con Ciudadanos, verdadera llave maestra de la estrategia de Pedro Sánchez durante los últimos cien días. El PSOE intenta-

ba colocar la pelota valenciana en el tejado de Podemos.

La estratagem­a socialista, sin embargo, topó de entrada con el abierto rechazo de Ciudadanos. Albert Rivera menospreci­ó la oferta valenciana: “Un documento de tres folios para un Gobierno de seis partidos”. Y Compromís no dio más carrete. Oltra –no Baldoví– recordó a Sánchez que la propuesta se ceñía a la formación de un Gobierno de izquierdas. Eso decía después de haberse entrevista­do en Valencia con Íñigo Errejón, el Nikolai Bujarin de Podemos, la figura de más relieve intelectua­l del nuevo partido, animador del ala moderada, presuntame­nte inclinado a un cierto pactismo, alejado de la línea carbonaria de Juan Carlos Monedero y en horas bajas con Pablo Iglesias tras perder la lucha por el control de la secretaría de organizaci­ón. Errejón fue segurament­e el primer dirigente de Podemos que tuvo noticia del movimiento valenciano.

Flanqueado por el rechazo de Ciudadanos y por la puntualiza­ción de Oltra, Iglesias no tuvo dificultad para devolver la pelota al tejado socialista: “Depende de Pedro Sánchez que haya un gobierno a la valenciana”.

Por la tarde, el secretario general socialista comunicaba al Rey que no disponía de los apoyos necesarios para intentar de nuevo la investidur­a, culpando de ello al “inmovilism­o” de Rajoy e Iglesias. Inmediatam­ente después, el presidente del Gobierno en funciones volvía a comunicar al jefe del Estado que el Partido Popular tampoco contaba con los votos necesarios.

Rajoy conseguía el objetivo que se había fijado el día 21 de diciembre: la repetición electoral, para convocar a los españoles a corregir el voto de protesta del 20 de diciembre en favor de la estabilida­d y del orden. La legislatur­a quedaba sentenciad­a. Al filo de las nueve de la noche, el Rey comunicaba al presidente del Congreso, Patxi López, la imposibili­dad de efectuar el encargo. Disolución del Parlamento el día 3 de mayo y convocator­ia de elecciones para el 26 de junio, de no mediar un acuerdo de muy última hora que en estos momentos parece totalmente imposible.

Sensación general de fracaso. Dos meses más de vacío político, con ásperos reproches entre los partidos. El “ninot” de Compromís ardía ayer por la noche, después de una jornada de protagonis­mo valenciano.

Rajoy se convierte en el vencedor táctico de la interinida­d: quería nuevas elecciones Se abre ahora un periodo de dos meses que discurrirá entre el vacío y la acritud

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ÁNGEL DÍAZ / EFE Rajoy, optimista. El líder del PP, que fue el último en verse con el Rey, se mostró ayer confiado en sus posibilida­des electorale­s
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Los diputados de la coalición valenciani­sta Compromís mostrando su propuesta para un gobierno de izquierdas
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EMILIO NARANJO / EFE

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