Barrendera y detective
Una limpiadora del parque de María Luisa, adicta a la serie, resuelve un crimen
Una limpiadora de un parque sevillano ha permitido resolver un caso de homicidio al descubrir y resguardar unos restos de sangre que permitieron a la policía dar con el ADN del supuesto asesino.
La mayor ilusión de mi vida es que alguien me invite a presenciar una autopsia en directo”, asegura Carmen Moreno, que lleva 28 años como limpiadora en el sevillano parque de María Luisa. Carmen, “la del pincho”, como quiere que le llamen porque siempre lleva un palo con un pincho para recoger la basura, ha sido decisiva en el esclarecimiento de un brutal homicidio cometido en el mundialmente famoso jardín a finales de febrero.
Carmen es una gran aficionada a la serie CSI y gracias a ello pudo recoger y poner a salvo las pruebas que llevaron a la detención de F.M.S., un individuo de 46 años, al que la Policía atribuye la muerte de Sara, una mujer de 31 años, a consecuencia de la salvaje violación que sufrió en la noche del 23 de febrero. “Lo hice todo como sale en las películas, para que nada se contaminara”, comenta esta mujer, emigrante en Barcelona en su juventud, y madre de tres hijas. “La mayor tiene la misma edad y el mismo nombre que la muchacha asesinada ”, comen ta Carmen que, sin falsos pudores, se declara“orgullosa de lo que hice y cómo lo hice”. La fiscal del caso ha reconocido públicamente que, sin la meticulosa actuación de Carmen, no se hubiera podido resolver el crimen.
La víctima pasaba por una mala racha sentimental. Esa tarde de febrero había ingerido varias pastillas en el parque, en una zona interior y poco frecuentada, la glorietade Ju a ni ta Reina. Allí se topó con F. M. S ., un individuo siniestro que habitualmente frecuentaba la zona al caer el sol. Aturdida por la ingesta de medicamentos, la chica fue salvajemente violada y desgarrada internamente, heridas que ocasionaron su muerte.
Los policías que acudieron a la zona tras el descubrimiento del cadáver determinaron que Sara se había suicidado con pastillas, tesis a la que contribuyó una nota encontrada en su bolso. “Lo extraño del caso es que llegaran a esa conclusión cuando toda la zona estaba llena de sangre”, señala Carmen. Cuando el cadáver fue retirado, ella se encargó de limpiar la zona. “Detrás del banco donde se encontró el cuerpo de Sara había un montón de salvaslips y pañuelos con sangre. Aunque siempre los llevo, esa mañana no tenía guantes así que utilicé una bolsa para no tocar los restos y los metí en otra bolsa pequeña, blanca, a la que hice un nudo. Esa la introduje en otra mayor”, recuerda Carmen.
Terminada su jornada laboral, se marchó ala playa con su familia.“Alas dos y media me llamó mi jefe para preguntarme si sabía dónde estaba la basura que había recogido esa mañana. Le dije exactamente dónde estaban los restos y los policías los encontraron enseguida”, señala la limpiadora. La autopsia había revelado que la ingestión de medicamentos no había matado a la joven. Trece días después, las pruebas biológicas establecieron la conexión entre los restos recogidos y el ADN de F.M.S., un individuo con diversos antecedentes, como maltrato a su esposa.
De las pruebas que recogió Carmen con mimo, unos pañuelos con sangre, se sacó el ADN del asesino