La Vanguardia (1ª edición)

El presidente del Parlamento turco reclama una Constituci­ón religiosa

- RICARDO GINÉS Estambul. Correspons­al

Para el sector más islamista de la sociedad turca –minoritari­o, pero de evidente peso– sin duda Ismail Kahraman, el presidente del Parlamento turco, ha hecho honor a su apellido: héroe, en turco. Porque ha declarado que la próxima Constituci­ón turca “debe ser religiosa” y que la laicidad no debe tener cabida en ella. En cambio, argumentó, la palabra “Alá” no es mencionada ni una sola vez. Como era de esperar, sus palabras provocaron ayer un gran malestar en la población laica de Turquía, lo que se materializ­ó en una protesta violenta y en las redes sociales, encendidas con la polémica.

“En tanto que un país musulmán, ¿por qué debemos estar en una situación de retirada de la religión? Somos un país musulmán. Por lo tanto, hay que elaborar una constituci­ón religiosa”, fijó Kahraman al término de una conferenci­a de Estambul el lunes, en declaracio­nes recogidas por la agencia semioficia­l Anadolu. Son palabras que no dejan demasiado margen de interpreta­ción. Pero por si no quedaba suficiente­mente claro, añadió: “Antes que nada, la laicidad no debería incluirse en la nueva Constituci­ón.”

Se abre así un nuevo debate polémico en Turquía, un país que en los cimientos de su creación y gracias a su fundador, Mustafa Kemal Atatürk, tiene la laicidad marcada a fuego como ADN. El país, sucesor jurídico del imperio otomano, se transformó en la Turquía moderna precisamen­te debido a la separación entre religión y Estado que hacía abolir el califato. Eso al menos sobre el papel, en la teoría. En la práctica y de forma más exacta: gracias al férreo control del Estado sobre el credo ortodoxo-suní de la mayor parte de la población.

En realidad, las declaracio­nes de Kahraman se enmarcan en la habitual práctica del partido en el Gobierno desde el 2002, el de la Justicia y Desarrollo (AKP), de raíces islamistas, de tantear el terreno discursivo antes de que el presidente Recep T. Erdogan –el estadista más decisivo de la república desde Atatürk– se pronuncie de forma meridiana. Prueba de ello es que Kahraman ayer dio freno y marcha atrás aduciendo que había expresado “sólo sus opiniones personales” y que la nueva Constituci­ón debe contener una “definición clara de la laicidad”, puesto que países como Francia, Irlanda y Turquía la entienden cada uno a su manera.

Previsible­mente este año tendrá lugar un referéndum en Turquía para dar luz verde a una nueva Carta Magna. Se sustituirá así la actual, enmendada en varias ocasiones, pero en su raíz instaurada en 1983 por una junta golpista.

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