Formación en valores
De todos es sabido que el gran cometido de un maestro es procurar la formación integral de su pupilo. Las enseñanzas técnicas por sí solas son un instrumento necesario e imprescindible para que esa formación se construya sobre cimientos sólidos. Ahora bien, si no van acompañadas de una formación en valores nunca alcanzarán el rango de enseñanzas integrales. El maestro tendrá alumnos aventajados en el ejercicio intelectual, capacitados para afrontar el futuro aportando soluciones técnicas y, con toda probabilidad, lo harán con acierto. ¿Habrá el maestro cumplido su cometido al contemplar los éxitos técnicos de sus instruidos? Sin ninguna duda, no. De nada sirve el éxito alcanzado y la instrucción recibida si el maestro descuidó, o ignoró, la formación en valores esenciales para convertir al alumno en una gran persona, formada y preparada de manera integral. El gran logro –y mérito– del formador es extremar el rigor y la exigencia en el conocimiento técnico en busca de la excelencia presidida por unos principios rectores del comportamiento del instruido.
¿Tendría alguna trascendencia que Rafa Nadal hubiera conseguido alzarse como campeón de Roland Garros en nueve ocasiones si lo hubiera hecho faltando a los valores que le inculcó su instructor? Probablemente, más allá del logro deportivo, no. Sin embargo, la formación recibida y asimilada por este gran deportista es una formación integral. Por ello, el recuerdo que nos queda de esas nueve victorias, de ese trabajo bien hecho, es el recuerdo de nueve éxitos conseguidos por una gran persona con un gran instructor. Rafa Nadal es un ejemplo de persona bien formada. De pupilo aventajado que siempre aspira a conseguir la excelencia porque es bien consciente de que hay que trabajar con esfuerzo máximo, incluso cuando las circunstancias sean muy adversas. Así se lo han enseñado. La formación que ha recibido Rafa Nadal es una formación integral como lo demuestra no sólo su magnífico drive en la pista, sino su respeto hacia compañeros, rivales, árbitros y público. Trabajo, rigor y disciplina pero siempre con humildad y respeto.
Rafa Nadal nos ha regalado nueve Roland Garros, conseguidos con su destreza técnica y, lo que es mucho más importante, con sacrificio, esfuerzo, respeto y enorme humildad. Nos legan, instructor y pupilo, un impecable ejemplo de formación integral.