Puigjaner, puente del diálogo
Con Josep Maria Puigjaner i Matas se ha ido uno de los más perseverantes partidarios del diálogo Catalunya-España. ¡Cuántos esfuerzos dedicó a ello! Con correspondencia escasa, todo hay que decirlo. Que sintiera tanto la necesidad de dialogar, y de dialogar con los españoles no catalanes desde una posición de catalán que quería una España que tratara a Catalunya de otra manera, tal vez podría explicarse bastante por su misma biografía.
Tenía maneras de diplomático: había sido jesuita. Vivió muchos años en Madrid, como director de Mundo Social, la revista con la que la Compañía incidía en los ámbitos del sindicalismo clandestino y del cristianismo de oposición que evolucionaba estimulado por el concilio Vaticano II. Puigjaner, Putxi para los amigos, participó de manera activa en ese gran momento del diálogo que por debajo de las estructuras políticas iba orientando el pacto hacia la reforma. Hoy, ¿dónde podría encontrarse el espíritu de aquellos Cuadernos para el Diálogo? ¿Dónde aquellos políticos de cultura humanista que hicieron posible la transición de la democracia orgánica a la monarquía parlamentaria?
Casado con una madrileña, Adriana López Garrido, hermana del político socialista, sus razones salían del sentimiento y del respeto al sentimiento. Escribió mucho, y en este mismo espacio del diario, sobre una catalanidad deseosa de ser ejercida sin estridencias. Ser catalán, ¿qué es eso?, Estimada pàtria, Catalunya-Espanya: ficció i realitat son algunos de sus títulos. También ¿Una Catalunya sin España? Carta de un escritor catalán a sus amigos españoles ,enla que a ratos parece que hace como el hijo de padres separados que sueña con la reconciliación, tal vez porque también él se siente un poco culpable del fracaso de la vida en común.
Quizá sí que fue una vox in deserto, una más. Pero Puigjaner, que predicó tanto a favor del entendimiento entre las personas y los pueblos, no se ha ido con las manos vacías. Su lucha por las ideas desde los afectos desmiente lo que dice Leopardi en un apunte de su Zibaldone: que se suele creer más por temor que por esperanza. Sí, la experiencia a veces desanima y da al temor más fuerza que al proyecto. Pero Josep Maria Puigjaner nunca dejó de creer que el mundo podía mejorar si había voluntad de diálogo. Y lo podría haber creído con la gran máxima de Llull: “Si no nos entendemos por lenguaje, entendámonos por amor”.