Las monjas no levantan las noches dominicales de Cuatro
‘Quiero ser monja’ pierde un tercio de su audiencia en tres semanas
Cuatro ha dado luz verde a cerca de veinte realities en sus diez años de vida. Algunos de contrastado éxito como Pekín express, ¿Quién quiere casarse con mi hijo? o Granjero busca esposa. Con sólo tres programas emitidos, los datos de audiencia apuntan a que Quiero ser monja no engrosará esta lista. El innovador formato con el que la cadena de Mediaset quedena ría sorprender durante el prime time de la noche de los domingos pierde seguidores en cada edición y ha visto reducida su audiencia en más de un tercio de espectadores.
El docureality, que pone a prueba la vocación religiosa de cinco jóvenes que dicen haber sentido la llamada de Dios, consiguió en su debut unos datos que aunque eran discretos suponían una cifra aceptable para la media de la ca- como era un 7,1% de cuota de pantalla y 1,3 millones de espectadores. En la segunda edición la audiencia ya mostró una tendencia a la baja con 1.154.000 espectadores y 6,2% de cuota. Y en el tercer programa emitido el pasado domingo, el espacio ya sólo consiguió reunir ante el televisor a 851.000 espectadores, un 4,5% de cuota. Esto supone una pérdida de 439.000 seguidores y 2,6 puntos de cuota en dos semanas y, lo que es peor, haber perdido definitivamente la lucha por la audiencia con su más cercano rival, El objetivo de Ana Pastor en La Sexta, que le aventaja en varios puntos de cuota. Además, Quiero ser monja se mantiene lejos de los datos de su antecesor, Los Gipsy Kings, que cerraron su segunda temporada a principios de este mes con una cuota media de 10,2 puntos y más de dos millones de espectadores.
El ‘docureality’ pone a prueba la vocación de cinco jóvenes que dicen haber sentido la llamada de Dios
Aunque los organizadores del programa aseguraron que no buscaban crear polémica, lo cierto es que también sostuvieron que esperaban que el espacio lograra suscitar debate y lo compararon con la “campanada que dio Adán y Eva”, el show de telerrealidad en el que sus protagonistas aparecían en todo momento desnudos. Y la polémica estuvo a punto de surgir cuando tras su primer programa aparecieron varias fotografías de una de las concursantes, Janet Capdevila, posando en tono sensual y seductor para una agencia de casting, aunque la compañía que la representa zanjó el asunto limitándose a confirmar que era modelo antes de seguir su vocación religiosa.
El programa de Cuatro, que se basa en un formato estadounidense, The sisterhood: becoming nuns, se encuentra ahora en el ecuador de su primera temporada pero mucho tendrían que cambiar las cosas para que fuese renovado para una segunda entrega. Quiero ser monja tiene todos los números para engrosar una larga lista de realities que han fracasado en España desde El bus en Antena 3 a I love Escassi en Telecinco.
Diferentes fuentes de la Iglesia han destacado el respeto con que se está tratando la experiencia de estas chicas. Y precisamente este puede ser el hándicap del programa. Demasiado respeto para un género de programa, el reality, más acostumbrado a las excentricidades de sus participantes como muestran las diversas ediciones de Gran hermano u otros realities de éxito como Casados a primera vista, Supervivientes o Gandia shore. Pero precisamente esa contención en el guion facilitó que las diferentes comunidades religiosas aceptaran participar en el espacio. Unir rigor y audiencia no suele ser habitual en este tipo de programas.