La Vanguardia (1ª edición)

Isla Negra recibe de nuevo el ataúd de Neruda tras los análisis forenses

El poeta regresa al lugar frente al mar donde residió en sus últimos años

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Cuando uno visita Isla Negra entran ganas de quedarse. Las olas, las rocas, el viento, la luz, el cielo azul, el horizonte. Pablo Neruda quiso quedarse allí a vivir, allí esperó la muerte, y allí decidió ser eterno. Los restos del poeta regresaron ayer a su tumba frente al Pacífico, en el cuarto entierro del poeta.

Su tercera esposa, Matilde Urrutia, le esperaba en el sepulcro de donde el ataúd del Nobel fue sacado hace tres años, el 8 de abril del 2013, para investigar si fue asesinado o murió de cáncer, como siempre se había aceptado.

El féretro, cubierto por una bandera chilena, fue trasladado desde la entrada de la casa hasta el túmulo por miembros del Servicio Médico Legal, en cuyas dependenci­as permanecie­ron los restos desde su exhumación. Una treintena de familiares y miembros de la Fundación Neruda estuvieron presentes.

La antigua sede del Congreso en Santiago fue lugar el lunes de la celebració­n popular, donde el poeta fue visitado por la ciudadanía y velado por militantes y dirigentes del Partido Comunista de Chile (PCCh), al que perteneció, y de otras fuerzas políticas. El mismo lugar donde en 1992 ya fue objeto de honras fúnebres encabezada­s por el presidente, Patricio Aylwin.

Una denuncia del PCCh dio credibilid­ad al chófer de Neruda, Manuel Araya, que asegura que el poeta fue asesinado con una inyección letal. La investigac­ión judicial, que contó con los mejores peritos forenses, aún no es concluyent­e, pero un informe del Ministerio del Interior indica que es “altamente probable” que la muerte no fuera causada por el cáncer.

Los sobrinos y otros familiares del poeta, que no tuvo hijos, están divididos y enfrentado­s entre ellos y con la Fundación Neruda porque algunos apoyan la tesis del asesinato y otros no. La disputa ha llevado, por ejemplo, a que el velatorio de Santiago no contara con el apoyo de la fundación, que gestiona los derechos del escritor, cuyo reparto también forma parte de las diferencia­s.

Isla Negra ni es una isla ni es negra. Es un enclave luminoso situado frente al océano a poco más de un centenar de kilómetros de Santiago, que Neruda eligió para levantar la preferida de sus tres casas. En Isla Negra recibió a su amigo el presidente Allende pocos días antes del

Matilde Urrutia le esperaba en el sepulcro de donde fue sacado hace tres años, el 8 de abril del 2013

golpe del 11 de septiembre de 1973. Y desde allí partió en ambulancia junto a Urrutia, para no volver nunca con vida, hacia la clínica Santa María de la capital chilena donde fallecería el 23 de septiembre.

La ambulancia fue detenida en un control militar y Neruda, humillado, fue bajado del vehículo para ser registrado pese a su débil estado. Vivió los últimos días en el hospital en medio de las incesantes gestiones del embajador de México para obtener el salvocondu­cto de la dictadura para viajar a ese país.

El primer entierro del Nobel comunista se produjo dos días después de su muerte y constituyó la primera protesta contra los militares. El velatorio se hizo en La Chascona, la casa santiaguin­a de Neruda, saqueada y destrozada tras el golpe. Con las cañerías rotas y sin electricid­ad, el féretro fue velado con velas antes de ser trasladado a un panteón prestado en el Cementerio General. Vigilado por soldados, al funeral asistieron unas 400 personas y se escuchó La Internacio­nal y tímidas consignas políticas.

El cuerpo fue enterrado en el mausoleo de la familia de la escritora Adriana Dittborn, pero seis meses después sus hermanas pidieron a Urrutia que se lo llevaran, ante la incomodida­d que representa­ban las espontánea­s muestras de homenaje. El nuevo traslado tuvo lugar el 7 de mayo de 1974. El ataúd fue movido discretame­nte hasta el nicho 44 del módulo México del mismo camposanto en una comitiva reducida donde participar­on el poeta Jaime Quezada y el escritor Francisco Coloane. Sólo tras la dictadura, Neruda pudo recibir el homenaje público, cuando sus restos fueron exhumados y sepultados en Isla Negra, como quería, y donde ya estaba Matilde, fallecida en 1985.

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MARTIN BERNETTI / AFP Familiares y amigos, ayer por la tarde en el lugar donde residió el poeta

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