Millones para nada
Estrellas sobrevaloradas, equipos artificiales y técnicos cobardes
Precaución. Stop. Sin riesgos. Stop. Mejor prevenir. Stop. No abandonen sus posiciones. Stop. Podía ser el telegrama ante cualquier batalla del siglo pasado pero ese pareció ser el mensaje, nada secreto, nada cifrado, que Manuel Pellegrini mandó a sus futbolistas. 75 millones pagados por el belga De Bruyne. 68 millones desembolsados por el inglés Sterling, que sólo jugó al final para aportar... un par de balones perdidos. Una millonada en su día invertida en Agüero. Precios desorbitados gastados en medianías como Fernando o Fernandinho. Y total, ¿para qué? Para defenderse con todo sin hacer vibrar a nadie. Una auténtica farsa, pese al empate final. Porque el City fue incapaz de tirarse a la yugular de un Madrid sin Cristiano y con Benzema muy mermado y sustituido al descanso.
El City es el fiel reflejo de la tristeza de Pellegrini, que más que aspirar a vengarse del Madrid con sangre caliente, rabia y arreones, fiel a su frialdad, estaba obsesionado con no encajar goles y con ser inteligente. El arquitecto chileno se miraba el partido con los brazos cruzados y dando instrucciones sin levantar ni una ceja. Qué diferente será la banda del City la próxima temporada con los aspavientos constantes
MANUEL PELLEGRINI “Si no se puede ganar, lo mejor es no encajar un gol; el 0-0 es el mejor de los empates”
de Josep Guardiola. Zinédine Zidane también dio un paso atrás, confiado en que una internada individual de Bale sería suficiente para clavar una estocada.
Cubrirse. Estudiarse. Protegerse. Que no se mueva ni una hoja. Que el que se mueve no sale en la foto (de la final) que diría en los ochenta Alfonso Guerra. Mejor que no pase nada antes de que pase lo peor. El resultado, un fútbol moribundo, unos porteros que podían haberse ido al cine en la primera parte y no habría pasado nada y un juego que volvería loco de frustración a más de un barcelonista que hiciera el esfuerzo anoche de sintonizar la televisión. Para tirarse de los pelos durante días. Ay, si no se hubiera venido abajo el tridente y el armazón barcelonista en el momento más inoportuno...
Un equipo artificial, el City, en un campo nada caliente y nada exigente y con unos jugadores lejos de la pasión que se vivía antaño en los estadios ingleses frente a un Madrid casado con su historia, esa que indica que es de los pocos equipos del mundo (por no decir el único) que es capaz de no jugar bien e ir avanzando rondas en la máxima competición continental. Al abrigo de las bondades del sorteo, con una nueva vuelta en el Bernabeu, al Madrid ya le iba bien que el tiempo pasara y más ante un adversario atemorizado. El afamado De Bruyne no acertó ni una en una semifinal y Agüero fue un islote sin conexión. Futbolistas claramente sobrevalorados por un mercado inflacionista como el de la Premier.
“Money, money, money”, se cantaría en Cabaret. Pero de espectáculo, de baile, nada. Y, sin embargo, al final satisfacción en ambos banquillos. O más que satisfacción, alivio. Para Pellegrini porque no se fue con una derrota. Para Zidane porque gana unos días para ver si puede recuperar a sus figuras.
“Si no se puede ganar, lo mejor es no encajar un gol. El 0-0 es el mejor de los empates. No creo que el Madrid haya venido a ganar. Creo que se conformaba con el empate”, dijo Pellegrini. “Hemos conseguido un buen resultado, aunque estuvimos mejor en la segunda parte. Hemos luchado mucho”, afirmó Zidane, dando la razón a su colega. ¿Y el fútbol? Da igual el fútbol.
ZINÉDINE ZIDANE “Hemos sacado un buen resultado, hemos luchado mucho, hemos trabajado”